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la ciudad y los días

Carlos Colón

Como los muñecos en el pim, pam, pum

NO parece que tuviera mucho que celebrar ayer ese caótico conjunto de parejas a punto de divorciarse y de familias en proceso de desestructuración que integran el PSOE sevillano. Ni bombones, ni rosas formando corazones, ni pulseras que pongan "Hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana", ni fin de semana en uno de esos hoteles en los que se cubren las camas de pétalos… No, no debieron celebrar mucho el día de los enamorados, visto lo sucedido el día anterior. El "ejercicio ejemplar de democracia en el seno del PSOE" de Patxi López, el "a partir de ahora toca estar más unidos y con más fuerza que nunca para trabajar juntos" de Francisco Caamaño o el "no olvidaré nunca el 38 Congreso, del que salimos más fuertes" de Rubalcaba ha embarrancado en la Bellum Baeticum, la guerra cuyo penúltimo acto ha sido la dimisión de Viera.

Nada nuevo. Él mismo ha reconocido lo que todo el mundo sabía y el PSOE callaba: "En el PSOE de Sevilla hay una fractura desde hace tiempo". ¿Una fractura? No: fracturas múltiples abiertas y cerradas, politraumatismos de pronóstico grave y conmoción electoral es lo que padece el PSOE de Sevilla, el andaluz y el nacional. El de Sevilla y Andalucía por luchas intestinas que vienen de mucho antes del Congreso. El nacional por la escombrera en la que lo ha dejado tirado Zapatero. El resultado lo sintetizó la compañera María José Guzmán en su titular de ayer: "La dimisión de Viera despedaza al PSOE en las puertas del 25-M".

No hay de qué alegrarse. En un sistema que la voluntad de los votantes ha convertido en bipartidista, la crisis de uno de los dos partidos mayoritarios reviste una extrema gravedad. Y no conviene que en un previsible relevo de poderes tras 30 años de gobierno socialista, el PP gobierne la Junta por KO del adversario antes de que el combate electoral comience. Así han dejado y están dejando sus propios gestores al partido más antiguo de España.

Sólo la Fornarina de los cabarés madrileños, la Lilian de Celis de Aquellos tiempos del cuplé o la Sarita Montiel de La violetera pueden entonar el réquiem en forma de cuplé por esta descomposición anunciada: "Como monigotes/ vienen tras de mí/ y a todos los hago/ que bailen así:/ Cata catapún, catapún pun candela/ ¡Arza pa arriba, Polichinela!/ Cata catapún, catapún, catapún…/ ¡Como los muñecos en el pim pam pum!"./ Hay un viejo verde/ que lo traigo frito/ y para que baile/ tiro del hilito./ Y aunque se resiste/ a querer saltar,/ lo hace muy contento/ si me oye cantar:/ Cata catapún, catapún pun candela/ ¡Arza pa arriba, Polichinela!...". Pongan los nombres que apetezcan al que tira del hilito y al viejo verde.

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