DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Jorge Bezares

Los nacionalistas esperan al Gobierno

LA primera reunión de la comisión gubernamental, integrada por la vicepresidenta Elena Salgado y los ministros José Blanco y Miguel Sebastián, con las fuerzas parlamentarias, con un guión de cuatro líneas maestras sobre la mesa -aumentar la productividad y la competitividad de España, corregir el déficit público, fomentar la estabilidad del sector financiero y ayudar a las empresas a resolver sus principales problemas (el retraso en los pagos y facilitar el crédito, principalmente-, sirvió para bien poco.

Mientras que Salgado anunció la plena disposición del Gobierno para "considerar las propuestas con el mayor ánimo de consenso" (podría admitir excepciones en la subida del IVA para facilitar un acuerdo siempre que sirva para crear empleo, tal y como ocurre en la rehabilitación de viviendas, pero calificó de "inamovible" su puesta en marcha) y se mostró absolutamente convencida de que se alcanzarán "acuerdos", el representante del PP, Cristóbal Montoro, descalificó el arranque de las conversaciones por entender que el Ejecutivo socialista sólo buscaba "coartadas, complicidades y fotos", y exigió la "renuncia a subir el IVA" y una rectificación en toda regla de la actual política económica para alcanzar acuerdos.

Sólo los representantes de CiU, PNV y CC, que criticaron el poco tiempo que tuvieron para analizar el documento inicial -el convergente Duran Lleida reveló que se enteró de su contenido por la radio- y que rechazaron el papel de apéndices del Gobierno, dejaron entrever -a pesar del escepticismo que esgrimieron por momentos- una buena disposición para pactar. El Gobierno se comprometió a remitir el próximo lunes un documento más concreto a los grupos parlamentarios para continuar con las conversaciones.

Tras la reunión, que duró poco más de tres horas, Salgado se tuvo que emplear a fondo para desmentir la revisión del pacto salarial con los funcionarios anunciado un día antes por su secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña. Dejó meridianamente claro que el Gobierno respetará el convenio de retribuciones de este colectivo suscrito con los sindicatos. En clara referencia a este asunto, admitió que "no todos se expresan con la misma claridad", y anunció que trabajan para reducir a la "anécdota" estos "fallos de comunicación". Una autocrítica, al fin, en filas socialistas.

El único recorte que reconoció fue una reducción en la reposición de plazas a través de la oferta pública de empleo. También insistió en la reagrupación o supresión de empresas públicas (ya lo adelantó en la rueda de prensa en la que anunció en Moncloa las líneas maestras del plan de austeridad).

Si Salgado mostró la cara amable de estas conversaciones y un optimismo que suscribiría el mismísimo Rodríguez Zapatero, Montoro, acompañado por Álvaro Nadal -un tándem que ni elegido-, destiló pesimismo. Con el personalísimo sentido del humor que le caracteriza y una cierta sobreactuación, el ex ministro de Hacienda apenas dejó una rendija para el acuerdo, y declaró que "con el mismo escepticismo esperamos las propuestas del lunes".

Del resto de los grupos políticos de la oposición, los representantes de CiU (Josu Antoni Duran Lleida), PNV (José Erokoreka) y CC (Ana Oramas) fueron, tal como estaba previsto, los que mostraron mayor disposición a alcanzar acuerdos con el Gobierno.

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