EL Grupo Viamed Salud entra con fuerza en Sevilla construyendo un hospital privado en Los Bermejales. Magnífica inversión por la que deben ser felicitados sus promotores, al aumentar la oferta sanitaria y crear empleo. Pero su plan de negocio admite al menos una objeción. Ponerle el nombre de Santa Ángela de la Cruz a un hospital es lo último que hubiera querido la fundadora de la orden. No va en consonancia, ni con su talante ni con el de las monjas que han seguido su ejemplo, ser referenciadas por un lugar, por muy sanitario que sea, que se promociona diciendo que su vocación es el confort y anunciando que tendrá 14 suites de 70 metros cuadrados cada una, con sala VIP para invitados y familiares. Son las antípodas morales de cómo las Hermanas de la Cruz entienden el auxilio al prójimo.

Grande ha de ser el óbolo que la empresa Viamed Salud entregue en concepto de derechos de imagen, para intentar compensar el uso de su nombre en vano. En La Rioja no han seguido el mismo criterio porque el hospital se llama Los Manzanos. Ni en Zaragoza, denominado Montecanal. Pero en Sevilla el mimetismo de propios y extraños perpetúa el nacionalcatolicismo sanitario, hegemónico tanto en los centros sanitarios públicos como en los privados. Qué diferencia con el historial médico del Rey y su familia entre Madrid y Barcelona. Van a misa y abogan por el catolicismo, pero los quirófanos, consultas y paritorios por los que pasan son Ruber, Dexeus, Puerta de Hierro, Quirón y Clínica de Barcelona. Estos centros no pierden clientela ni vocación de curar al enfermo por no llamarse Virgen de Montserrat o Nuestra Señora de la Almudena.

Estupendo proyecto el de Viamed en Sevilla. Pero es un exceso y una inmoralidad utilizar como reclamo el nombre por el que reza en el santoral Ángela Guerrero González. Una persona a todas luces excepcional que a diario ponía en práctica su lema: Hay que hacerse pobre con los pobres.