Una distancia importante a estas alturas de la competición, pero el Sevilla no sólo está en condiciones de tratar de igual al rival de hoy, sino que sigue muy fresco en el recuerdo que hace nada le daba sopas con honda al Club Atlético de Madrid en Copa del Rey. Dieciséis puntos de distancia cuando se está a punto de cumplir los dos tercios de campeonato es una distancia sideral, pero eso no quita para que estemos ante un gran choque.

Pervive, además, el Sevilla en una Champions de la que fue defenestrado el Atleti. Eso da también mucho pie a minusvalorar esa distancia en la clasificación. Como lo da la magnífica disposición mostrada por la tropa de Montella hace unos días ante el United. O sea que se dan circunstancias que ayudan a equilibrar los pronósticos del pleito que va a cerrar la jornada dominical para que, pase lo que pase, no se prevea una desigualdad entrambos contendientes.

Viene la banda del Cholo con ánimo de revancha por la afrenta copera de hace un mes y eso le hace ser más respetada. Ánimo de revancha y gratuita torpeza de una tempestad en vaso de agua por el desencuentro de dos símbolos como son el entrenador y Torres, siempre el Niño para los que profesan la fe colchonera. Se desconocen las consecuencias de ese rifirrafe interno, si será beneficioso para el Sevilla o si se convertirá en un nuevo acicate para ver un Atleti más aguerrido aún.

Aguarda un Sevilla al que Montella ha vuelto de revés para mostrarlo como un ejército bien sincronizado y ajeno a rotaciones. Montella demuestra a diario que un equipo se perfecciona a base de continuidad, por lo que los experimentos, siempre con gaseosa y jamás con champán francés. Y así el panorama, cuando ya sea noche cerrada en Nervión, dos viejos enemigos en cada rincón, un nuevo Sevilla-Atlético de Madrid con lo que eso conlleva. No va más, silencio, se juega.