Nuevamente, el magnífico retablo que un gran azulejero como don Enrique Orce Mármol parió por encargo de la marca de automóviles Studebaker luce en la acera de los impares de Tetuán. Por su cuenta, y a la espera de que Patrimonio no haga como con la restauración del órgano de Maese Pérez, los dueños de la Joyería Chico se han rascado la cartera para que el bello vehículo siga circulando en contramano rumbo a Plaza Nueva. Y ahí luce el azulejo a la espera de que esa fiebre de dañar sin sentido vuelva a deteriorarlo. El vandalismo se cierne peligrosamente sobre el azulejo y parece mentira que las autoridades del ramo no hayan permitido que el azulejo suba al primer piso. Sería como lo del azulejo de la riada, que cuando el viandante se extrañó por la altura que alcanzó el agua se le aclarase que se había subido ahí para que no lo rompiesen los niños.