La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Los obispos y ETA

Si el documento de ETA repugna, el de los obispos vascos y navarros no lo hace menos

Si el documento de ETA repugna, el de los obispos vascos y navarros pidiendo perdón por "las complicidades, ambigüedades y omisiones" de la Iglesia con el terrorismo etarra repugna igualmente. Si no más, viniendo de quienes viene (y eso que han dado un paso adelante con respecto a su hipócrita petición de marzo de 2017: "A quienes hayan podido percibir indiferencia, frialdad o cualquier actitud que les haya causado sufrimiento por parte de miembros de la Iglesia quisiéramos pedirles humilde y sinceramente perdón"). Demasiada casuística, laxismo y probabilismo -se nota que Loyola está donde está- y demasiado tarde para tamaña vergüenza conocida desde hace años. ¿Basta esta confesión genérica que no entra en detalles para pedir perdón por esta terrible culpa que vincula a la Iglesia vasca con la banda terrorista e incluye dolorosos episodios de humillación de las víctimas incluso estando los asesinados de cuerpo presente? No. Esta vergonzosa historia tiene nombres propios y un desarrollo lleno de episodios concretos de cobardía y complicidad. Son estos nombres y hechos, no las generalidades del documento, lo que deben exponer los obispos vascos y navarros para pedir perdón. Nombres, fechas, datos. Que confiesen su culpa los arrepentidos y sean denunciados los contumaces que insistan en estas complicidades, ambigüedades y omisiones con ETA. Y ya se verá si merecen o no el perdón.

En su documento, al parecer redactado a espaldas de la Conferencia Episcopal pese a que todos asistían a una asamblea plenaria en Madrid, los obispos de San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Pamplona y Bayona saludan como un hecho positivo el insultante documento de ETA, invitan al acogimiento "de aquellas personas que desean emprender un camino nuevo" y se apresuran a pedir que se atiendan "las peticiones de los familiares de los presos inmersos en diversas necesidades humanitarias" y "el retorno de los excarcelados a sus lugares de origen". Y se permiten referirse al "daño espiritual y social incalculable" padecido por "nuestro pueblo". ¿Sólo por su pueblo? ¿Entonces no cuentan las víctimas del Hipercor de Barcelona, la casa cuartel de Zaragoza o la plaza de la República Dominicana de Madrid, los asesinatos de Alberto y Ascensión en Sevilla, los guardias civiles Carlos Saenz de Tejada y Diego Salvá en Mallorca o tantos policías y guardias civiles extremeños o andaluces asesinados en el País Vasco? Se han retratado.

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