FERIA Toros en Sevilla en directo | Cayetano, Emilio de Justo y Ginés Marín en la Maestranza

PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

El paisaje de los locales

FIN de semana prenavideño, en busca de belenes, de ferias gastronómicas y sobre todo de tiendas donde adelantar las compras encomendadas por Papá Noël o los Reyes Magos. Sábados y domingos en los que el horizonte baja su cota a la altura de los escaparates. Jornadas en las que hasta es posible encontrarse a las 14:45 a Cameron Diaz, saliendo ayer con toda naturalidad y relajación de la tienda de Massimo Dutti en Velázquez esquina Rioja. Se le van las mejores a Turismo de Sevilla como ciudad de compras. Hasta las estrellas de Hollywood con asistentes y guardapespaldas se manejan bien como peatones con bolsas por el centro lleno de gente.

Muchos ciudadanos descubren el estado actual del paisaje de los locales comerciales. Nunca ha habido tantos espacios donde comprar y ello es causa principalísima, con o sin crisis, de que nunca haya habido tantos vacíos a la vez. Cuando en una conurbación hasta los polígonos industriales se convierten en almacenes para la venta directa, las denominadas calles comerciales dejan de ser la única referencia. Además de la sobreabundancia de oferta, otro factor negativo clave son los problemas de movilidad de Sevilla y su área metropolitana tanto para el transporte público como para el privado y su aparcamiento. Pero, aunque fuéramos el colmo de la fluidez, eso no garantiza el éxito de un comercio. Depende sobre todo de sus méritos o deméritos, que es de lo que menos se habla cuando se debate sobre el comercio.

Boss ha cerrado su boutique de ropa en Sierpes frente a Rioja. Ello corrobora que el fracaso no es patrimonio del pequeño ni la rentabilidad está garantizada para el grande. La ubicación de Boss era muy buena, pero no supo crearse en Sevilla una clientela que aceptara vestirse a un precio muy elevado. Y no lo hubiera conseguido, sin adaptarse a las condiciones reales de este mercado, ni teniendo en la puerta una parada de Metro y un párking de cuatro plantas. Así son las cosas desde que los fenicios consagraron la ley de la oferta y la demanda.

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