PALABRA de Mágico Díaz, ese paisano de Lorenzo Serra que tuviese el honor de vestir la camiseta del Betis hasta que el paisano le dijo Puerta, Camino y Mondeño. Ha dicho el hoy intermediario balear que si Lopera se va del Betis, su pupilo se irá con él. Su pupilo es Sergio García, un magnífico futbolista, quizá el mejor de la devaluada plantilla bética, pero con un problema de incalculables consecuencias, la de que parece mufa. De otra forma no se explican sus tres descensos consecutivos y, menos aún, que resultase lesionado de gravedad en el acto jubiloso de celebrar uno de sus goles con la camiseta del aún Real Betis Balompié.

Por todas estas cuestiones, esa frase de Mágico por la que prevé una marcha conjunta de futbolista y quien, según el balear, es dueño del club no debe acogerse por el bético como un agravio más de los muchos que recibe, sino como la posibilidad de matar dos pájaros de un tiro. Que se fuesen el mismo día Lopera y Sergio no tendría mala pinta y que conste que lo siento por la pérdida de un futbolista de perfil más alto del que vivaquea en el vestuario de Heliópolis. A Sergio lo vi debutar en Primera con el Barça una noche en que se quedó ante Notario media docena de veces sin acertar ni una sola, atisbándose ya entonces que la fortuna no viajaba con él en su valija.

No sería mala cosa que un futbolista tan acompañado del infortunio abandonase el Betis, sobre todo si lo hace junto a Lopera, ese hombre que permanece enrocado en su castillete haciendo oídos sordos a lo que una inmensa mayoría de béticos pide. Insisto que sería como matar dos pájaros de un tiro la marcha de Sergio y Lopera, pero viendo la última como indispensable para que el todavía Real Betis Balompié deje de convertirse en una fábrica de sevillistas. Y es que no se puede hacer más daño de una persona a tantísimas como le hace al Betis un señor que, sólo con la mitad más uno, ejerce de dueño que no le da cuentas absolutamente a nadie que no sea él mismo.