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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

No es lo que parece

LA mayor parte de los actos públicos, incluidas las cumbres mundiales, son ceremonias de cara a la galería. Se elige un marco incomparable, se preparan chistes que decir a los fotógrafos en la foto de familia y el guión ha sido cuidadosamente preparado por unos esforzados sherpas, así llamados literalmente en la jerga de la diplomacia internacional. Estos sherpas ayudan a sus jefes a llegar a la cumbre. Generalmente sin esfuerzo, porque todo está pactado de antemano. Y cuando no es así, como en la cumbre del clima de Copenhague, nada se resuelve.

La reunión del martes en la sede de Naciones Unidas de Zapatero con el rey Mohamed VI de Marruecos corresponde al modelo clásico. Nada es lo que parece. No están en una sala, sino en un pasillo, en el que han puesto mamparas a los lados. No recibe el presidente, sino el rey, que es jefe de Estado y por eso sólo está su bandera; pero Zapatero sale a recibirlo, porque llegó antes a la cita, como corresponde por su menor rango protocolario. Y no tienen nada que decirse, sino acabar con unas sonrisas con las desavenencias de este verano. Nada más. Salvo un desliz del presidente, que le dijo al monarca "lo más importante es la foto". Eso sí que es lo que parece.

La brava comisaria Vivien Reding, manteada por los líderes de la UE la semana pasada en una cumbre en Bruselas, ha comparecido en el Parlamento Europeo muy entera. Tan segura de sí, que ha insinuado que detrás de los ataques había machismo. "Si un hombre en política da un puñetazo en la mesa es considerado varonil, se defiende; cuando lo da una mujer, es una histérica", dijo. Discrepo. Margaret Thatcher dio muchos puñetazos en la mesa durante los once años y medio que fue primera ministra, hizo la guerra de las Malvinas, se llevó por delante a los sindicatos del carbón, combatió al IRA en todos los terrenos... Y nadie llamó histérica a la dama de hierro. Probablemente Reding ha sido golpeada por ser miembro de una débil Comisión Europea o de un país pequeño, antes que por ser mujer.

Y hay un caso de manteo nacional con un periodista extranjero. Mi colega y amigo Leo Wieland, corresponsal en Madrid del Frankfurter Allgemeine Zeitung, el más influyente diario alemán, escribió el domingo una crónica en tono desenfadado e irónico sobre la clase política española. No dejaba títere con cabeza. Pero lo que ha trascendido es que se trataba de un reportaje machista contra las ministras. Lo parece el título: las muñequitas de moda de Zapatero. Wieland, corresponsal durante muchos años en Moscú y Washington, es un periodista de primer nivel. Y dedica a Zapatero, Rajoy, Camps, Blanco, Duran Lleida o Anasagasti tal cantidad de sarcasmos hirientes, que se hace difícil aceptar que hizo un texto misógino. Eso sí, el lenguaje es duro y alejado de lo políticamente correcto. A veces, la pasión nos impide ver que las cosas no son lo que parecen.

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