SÁBADO apasionante el que se nos amanece en este primero del mes de abril. Lo mejor de nuestra Liga en danza y todo en el espacio de seis horas, sin que nada se solape y así se pueda ver por todo el que quiera... o pueda. Además, sin que nos distraigan esas neuronas que se disparan cuando juegan los nuestros para que con toda tranquilidad podamos ir del Bernabéu al Alfonso Pérez para rematar en El Madrigal con ese plato fortísimo que es el que protagonizarán los dos equipos que mejor tratan el balón de toda la Liga. Por si fuera poco, en abierto, en esa fórmula que se quieren cargar desde la Liga para poder gastar aún más.

Y ahí es donde yo discrepo, que con la abolición del partido en abierto las televisiones vayan a pagar más de lo que ahora desembolsan. Estoy convencido de que si algún día se acaba con ese invento del interés general que Cascos se sacó de la chistera, los operadores bajarán considerablemente sus ofertas. El señuelo para esos dinerales que hoy abonan es, no lo duden ni un momento, precisamente la disposición de un partido a disposición de todos sin necesidad de pasar por taquilla. Y será que el día que no tengan ese comodín en la manga, los dineros bajarían como por ensalmo y de forma espectacular, conque tengamos la fiesta en paz... por ese interés general.

Pero volvamos al campo y veamos cómo va a estallarnos en la cara el reencuentro del gran Manolín Preciado con Mourinho una vuelta después de que ambos desenfundaran y el Madrid se dejara ya algunos pelos en la gatera de El Molinón. Seguidamente, un Valencia que ya mira con vértigo cómo la tierra se le abre bajo los pies para enfrentarse a otro exquisito, el Getafe, que más veces de la cuenta se quema en su propia exquisitez. Y el premio gordo del sábado nos llega desde La Plana entre un Villarreal que desbancó al vecino y que recibe a un Barça siempre intratable, pero que, como el resto, presenta la incógnita de cómo vuelve del parón. Gran sábado...