MAÑANA comienza la semana decisiva para despejar la duda de la repetición de las elecciones generales, aunque todo indica que los españoles deberán volver a las urnas el próximo 26 de junio. Los sondeos no indican grandes cambios electorales sobre el 20 de diciembre, y es que son los partidos los que deben cambiar, no los ciudadanos. Si se ha llegado a tal extremo de bloqueo, se ha debido a que la mayor parte de los partidos no ha asumido la nueva situación de pluralidad. Podemos se ha mostrado más preocupado por los sillones y por su asalto al poder que por acordar un conjunto de mínimos para regenerar la vida política del país. Desde la misma noche electoral reveló que su prioridad era la extensión del derecho a decidir entre las comunidades autónomas, un asunto que evitó durante la campaña. El comité federal del PSOE vetó cualquier acuerdo con el PP. A pesar de que en este partido hay quien defendía diversas fórmulas para contar con los populares, la intransigencia se hizo valer más allá de lo correcto con preguntas como ésta: "¿Qué parte del no no ha entendido señor Rajoy?". Mariano Rajoy no se ha esforzado lo más mínimo en buscar acuerdos. Si hubiese dado el paso que el Rey solicitó, podría haber forzado la duda entre los dirigentes socialistas, pero el presidente prefirió esperar a que llegasen las elecciones e, incluso, especuló con una salida extraconstitucional para la repetición sin que hubiese sesión de investidura. Ciudadanos ha intentado pactar a su izquierda y derecha, pero en efecto no podía acercarse al PSOE sí era para que gobernase con Podemos. Si antes de los días 25 y 26 de abril no se logra el acuerdo, el Rey y el presidente del Congreso pondrán en marcha los mecanismos para convocar las elecciones el 2 de mayo. No habrá grandes cambios electorales que desempaten este equilibrio de cuatros, por lo que será necesario que los partidos acudan a la campaña con ofertas sobre sus alianzas y con menos vetos.