Cuando la Real Sociedad subió a Odriozola al primer equipo, el muchacho ya tenía una cláusula de rescisión unilateral de cuarenta millones de euros. Y nadie habló de situaciones leoninas a favor del club, sino que es la política adecuada para que la cantera no sea una espita por donde se produzca una fácil fuga de talentos. Lo último fue lo de Ceballos, que se fue a precio de ganga para admitir una cláusula prohibitiva en su nuevo club.

La cláusula es el único armamento defensivo que posee un club de la clase media ante los movimientos siempre depredadores de los grandes. Y viene todo esto a colación de lo que se vive en torno a Fabián, ese futbolista al que tan bien le vino la cesión a Elche y que tiene una cláusula más que asequible para un grande de España y para cualquiera de la Premier, ya sea el City o el Crystal Palace de turno, tanto da que da lo mismo, que todos en Inglaterra son ricos.

La situación actual es que sólo el Betis tiene prisas en arreglar el contrato. ¿Quiere decirse que estamos ante un nuevo caso como el de Ceballos? No tiene por qué, pero tampoco hay que descartarlo, que en la vida siempre es posible la repetición de algo que ya ocurrió anteriormente. Lo cierto es que Fabián ya está recitando un discurso similar al que soltaba Ceballos cuando se le hablaba de renovación. Como el utrerano, el palaciego contesta también que ahora sólo piensa en jugar.

Malo, cuando a un futbolista joven le ofrecen una mejora en el contrato y mira hacia otro lado todo indica que la subasta está abierta. Al fútbol español lo está adelantando la Premier por la diestra, de ahí que sea peligrosísimo poner en el escaparate a un joven valor sin estar blindado. Particularmente creo inmoral decir que quince millones es una cláusula tirada, pero es real como la vida misma que está al alcance de varios clubes españoles y de todos los ingleses.