Cada vez que se piensa menos se comprende cómo el Betis pudo dejarse influenciar por los que desaconsejaban el retorno de Lorenzo Serra al Betis. Aquellas insidias en esa especie de pared de retrete que son el Twitter y demás sucursales de la red en las que se clamaba contra la vuelta del balear se ven a estas alturas de la vida como maniobras en las que unas eran hijas de la torpeza y otras de la inquina a cuanto huela a Real Betis Balompié.

Veía ayer en la pequeña pantalla la presentación de Bartra como nuevo futbolista bético y me lo preguntaba por enésima vez. ¿Cómo se dejó pasar tanto tiempo para repescar a Serra? ¿Cómo se le daba tanto crédito a enemigos más o menos declarados? Pues algo incomprensible, pero como nunca es tarde si la dicha lo merece, pues congratulémonos por el bien de algo tan sevillano como el Betis. ¿O alguien osará afirmar que no es bueno para el Betis susodicho retorno?

Ayer volvió a lograr que el bético esté satisfecho de haber elegido esa fe futbolística. Y eso que bien que le tendieron celadas en torno al reciente fichaje de Layún por el Sevilla. El hombre, sin necesidad de cacarear su señorío, dijo lo que tenía que decir sin ofender a nadie, ni siquiera a Vincenzo Montella por su gratuito brindis al sol, ni siquiera a él. Sin alterar un ápice el gesto hasta le deseó toda la suerte del mundo a Layún, le llamó Miguel, menos en el campo, claro.

Mano de hierro con guante de seda, con Lorenzo Serra está logrando el bético sentirse orgulloso de su club. Afortunadamente, el tándem Haro&Catalán supo rectificar tras dos intentos de regeneración fallida con Maciá primero y Torrecilla después, desoyó los consejos mendaces y apeló a Serra para poner orden. Ahora sólo falta que Setién encuentre el equilibrio debido para que el Betis encaje menos goles, que con los que marca ya debiera estar mucho más arriba.