EN los años 80 tuvo un gran éxito televisivo la serie belga de dibujos animados Los pitufos, cuyos protagonistas eran unos seres de color azul que habitaban en una aldea donde todas las casas eran hongos y setas en miniatura. El título de los dibujos animados fue usado en el lenguaje popular para designar la proliferación de casitas de pitufos en las costas andaluzas, en otro capítulo de su desaforada conversión en una cortina de cemento. Así, si en principio se iba a construir un chalé sobre una parcela de 600 metros cuadrados para conformar un modelo urbanístico de baja densidad, con el tiempo y merced a la permisividad y voracidad recaudatoria de ciertos ayuntamientos, el chalé acababa convertido en cuatro casitas (de ahí el sobrenombre de pitufos) adosadas. El efecto pitufo del principio de donde cabe uno caben cuatro fue simbolizado por Matalascañas. La urbanización y sus infraestructuras estaban teóricamente concebidas para soportar una carga de unas 50.000 personas. La multiplicación de adosados y el efecto llamada de la parentela de los propietarios degeneró en una concentración tal de residentes temporales que en un verano dio toda la cara: se colapsó la depuradora, el consumo de agua se disparó a costa del acuífero de Doñana y empezó el calvario de los atascos. Fue entonces cuando el tradicional turismo alemán a Matalascañas juró no volver nunca más. Como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, ahora nos hallamos ante el proyecto de Dos Hermanas de construir en Entrenúcleos 20.000 pisos en vez de 13.500, cuando en principio iban a ser sólo 8.500. ¿Cuál será la fórmula mágica? Pues comprimir otra vez los pisos para no superar la edificabilidad. Y con dos coartadas: que habrá más VPO y sólo dos vecinos por piso, de lo que se colige que no nacerá niño alguno y así no se superarán los 40.000 residentes. Por cierto, en Matalascañas fue luego la Administración la que tuvo que pagar la nueva depuradora, las conducciones mar adentro, la traída de más agua y otras infraestructuras nunca previstas en el urbanismo de los pitufos.

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