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BREIKIN NIUS

Ignacio Gago

El poder de la televisión

COMO usted sabe, Jack el Destripador decía: "Vayamos por partes". Pues eso. Sepa que Breikin Nius es la versión castellana-cañí del anglosajón Breaking News que usan con profusión las cadenas de la lengua de Shakespeare cuando modifican su parrilla para ofrecer una noticia de última hora.

No se crea que esto de la televisión es un terreno donde los expertos (consejeros delegados de las cadenas y altos directivos) conocen la criatura como si la hubiesen parido y arrullado. Usted viene a saber lo mismo que ellos. Durante la década que trabajé como hombre orquesta en la Academia de Televisión, nunca, por ejemplo, di con un jefe de programas que de antemano supiera si algo iba a ser todo un éxito en audiencia o por el contrario se caería de la parrilla a las primeras de cambio para ocupar nicho en el cementerio del share, donde no conocen la crisis y siempre hay sepultureros. Ahí queda el ejemplo de Operación Triunfo, que recaló en TVE tras ser ninguneada en otras cadenas. O la incombustible Cuéntame, rechazado por visionarios. Es más, la reciente historia de la televisión en España recopila una extensa lista de altos directivos que nunca supieron bien qué era eso del share o del rating, mientras que el mejor analista del medio que existe en nuestro país anda rumbo a la oficina del INEM. Pero volviendo a las profecías, estas son a la televisión lo que la claridad al recibo de la luz: un imposible. En 1946, a 10 años del nacimiento de TVE y cuando el invento echaba a andar, un tal Darryl Zanuck (foto), productor de la Warner, soltó con altivez: "La tele no durará porque la gente se cansará rápido de pasar todas las noches mirando una caja de madera". Ya ven, un Nostradamus catódico que fallecería en 1979 habiendo sido presidente de la Fox y cuando faltaba un año para que la MTV y la CNN colonizaran el mundo moderno. El canal de videoclips y el todonoticias global jugaron un papel para ayudar a derrumbar el Muro de Berlín y dar boleto con las dictaduras comunistas. La población de esos países ponía cara a la ansiada democracia a través de sus programaciones.

Esa fuerza de la tele para derribar dictaduras aún perdura, aunque el testigo lo ha recogido internet y las redes sociales. En las revueltas de Túnez y Egipto ha quedado en evidencia el poder de la Red como medio de moda, aunque también se ha constatado que a los gobiernos con la soga al cuello les resulta más sencillo callar internet y la telefonía que cortar la señal de las televisiones. Desconfíe de los que preparan la esquela de la televisión, porque eso no llegará. Desconfíe de las encuestas en las que los españoles afirman con vehemencia que sus preferencias televisivas son los documentales e informativos, porque los audímetros muestran más bien todo lo contrario.

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