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La otra tele

Hyde

Más 'polis' que series

SI hay una temática explotada en la televisión son las series de policías. Eso no es obstáculo para que cada año la parrilla se llene de ellas, en una pelea a tiros por la audiencia de la que sobreviven muy pocas. Y no, no pienso hablarles hoy de la franquicia CSI, la churrería de forenses de Bruckheimer que hace bastantes años nos empachó. Seguramente el día que sufrimos la indigestión fue el mismo que empezamos a ver la obra maestra policiaca de la década, The Shield. Se pueden contar con una mano las series mejores que Al margen de la ley (su 'traducción' española), que pese a lo trillado del género fue revolucionaria por su perfecta mezcla de realismo, acción y drama grabados cámara al hombro, con un grupo de personajes redondos, de esos que no sabemos si son buenos, malos o regulares. Los polis del ficticio distrito de Farmington podían ser corruptos, ambiciosos, amorales, justicieros, preocupados padres de familia, héroes o todo eso a la vez. Pero cuando terminaba un episodio el espectador tenía la sensación de haberse metido con ellos hasta la cintura en las cloacas de la miseria humana.

Su creador, Shawn Ryan, no ha tenido la suerte de su discípulo Kurt Sutter (Sons of Anarchy). Hace poco le cancelaron la aplaudida Terriers y estos días su nueva criatura, The Chicago Code, no está teniendo la acogida esperada. Es un poco chocante ver a Jennifer Beals, que se conserva sin arrugas pese a que han pasado casi 30 años desde Flashdance como dura comisaria jefe. También al joven Matt Lauria, quien en nuestro subconsciente acaba de salir del instituto de Friday Night Lights como detective. Pero sí que nos está convenciendo la interpretación de Jason Clarke como protagonista. Otra cosa es la historia central. Le daremos unos episodios más de crédito por tratarse de Ryan. Blue Bloods, la serie sobre una saga familiar de policías neoyorquinos, los Reagan, es otro tópico andante, empezando por los créditos de inicio más insulsos de los últimos años. De acuerdo, salen Tom Selleck y Donnie Walhberg, el hermano feúcho pero talentoso de Mark, aunque de momento no es suficiente. Estos días también ha vuelto una de las sorpresas de la temporada pasada, Justified. Seguimos con el peculiar US marshal Raylan Givens en el condado de Harlan, en pleno corazón redneck de Kentucky. Solo por las calmadas pero estremecedoras charlas con las que Timothy Olyphant reduce a los delincuentes (el tío los tiene de acero) merece la pena. También por las apariciones de Walton Coggins, el pérfido Shane de The Shield y de Natalie Zea. Más que policiaca, es un western.

Pero si hay una serie que este año empieza a ganarse el respeto de los seguidores de The Shield es Southland. No lo ha tenido fácil esta cruda obra coral, en la que seguimos a patrulleros y detectives por Los Ángeles, esa ciudad infernal que rodea Hollywood llena de pandilleros, narcotraficantes y todo tipo de escoria. Con problemas de audiencia, en su tercer año han dado con la clave. Y han usado un truco que siempre funciona para ganarse el respeto: se han cargado a uno de los protagonistas.

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