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Carlos Colón

De prisa y corriendo

EN esta bendita ciudad nuestra, tan magníficamente gobernada, se masificó el Aljarafe sin planificar sus accesos. Y pasó lo que pasó y sigue pasando. La Expo 92 nada arregló. Muchos años más tarde se ideó el Plan de Transporte Metropolitano del Área de Sevilla, publicado oficialmente por el Gobierno andaluz el 4 de diciembre de 2006. Pero nunca se cumplió. Recuerdo un terrorífico titular de primera página en el que un responsable político reconocía que lo del Aljarafe "ya no tiene arreglo". Pocas ciudades europeas habrá en las que se masifique una zona sin prever antes los accesos públicos o privados.

Con la Torre Pelli ha vuelto a pasar lo mismo. Sus promotores no incluyeron un plan de tráfico que solucionara los seguros atascos que agravarán los ya tremendos que se producen cuando al colapso aljarafeño se suma el provocado por la salida de la Cartuja, que ya soporta un nivel de tráfico superior al de Torneo. Súmenle las criaturas de la torre -que no son los Uruk-Hai que sirven a Saruman en El Señor de los Anillos, sino los trabajadores del rascacielos de Pelli- e imagínense lo que pasará cuando el edificio funcione.

Ello ha obligado a planear la construcción del nuevo puente que unirá la isla, en el entorno del Pabellón de la Navegación, con la calle Torneo a la altura de la gasolinera. Todo costará 11,3 millones de euros. Y la cosa no está para puentes, que digamos. Ni festivos ni de ingeniería. Hace dos años un Monteseirín saliente y un Espadas candidato tuvieron un rifirrafe a propósito de un puente que, según Alfredo el magnífico, financiarían al 50% la cadena Barceló, como propietaria del Hotel Renacimiento, y Cajasol, como accionista de Isla Mágica, que estaría situado entre el Alamillo y la Barqueta. No hubo nada.

Ahora se plantea el puente del inicio de Torneo cuando la torre se ve desde toda Sevilla. ¿No se había podido planificar antes su impacto sobre el tráfico? La torre se empezó a construir en 2007. Desde 2009 la plataforma contra el rascacielos advertía sobre los problemas que acarrearía a la movilidad urbana "el aparcamiento gigante (3.000 plazas) previsto bajo la Torre Cajasol que, una vez en funcionamiento, empeoraría seriamente la situación del tráfico en este nudo estratégico del viario metropolitano, que ya hoy sufre colapso a diario". Más de tres años después parece que, de pronto, se ha caído en la cuenta del problema. Tal vez no catastrófica e irremediablemente tarde, como sucedió con el Aljarafe. Pero tarde, desde luego: su inauguración está prevista para 2015, más de un año después de la fecha prevista -último trimestre de 2013- para la inauguración de la torre.

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