Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Un problema sin solución?

El taxi se eterniza como uno de los problemas permanentes de la ciudad por la falta de actuación municipal

Cuenta la leyenda urbana que en sus últimos momentos de agonía el padre de Joaquín Sabina entreabrió los ojos y le dijo a su hijo algo así como "me muero sin saber para qué sirve una Diputación provincial". No sé si la anécdota es cierta, aunque merece serlo. Me temo que a muchos sevillanos les puede pasar algo parecido y terminar sus días sin saber por qué hay problemas que se enquistan en la ciudad sin que a lo largo de los años sus autoridades locales sean capaces de encauzarlos y ponerlos en vías de solución. Los hay de todo tipo: muchos son sociales y económicos. Pero los hay también que afectan a los servicios que reciben los ciudadanos. En Sevilla son una constante, que se ha vuelto a poner de manifiesto durante la Feria que acaba de echar el cierre, los problemas que ocasiona la mala regulación del servicio de taxi. En estos días ustedes han podido leer en las páginas de este periódico quejas por lo mucho que ha costado coger un taxi para salir de Los Remedios. Quejas, por cierto, no sólo de los usuarios, que lógicamente son los que sufren la situación, sino también de los profesionales, que se ven imposibilitados de hacer su trabajo como deberían.

El problema del taxi en Sevilla no es culpa exclusiva de los taxistas. La mayor parte de las personas que se ponen cada día al volante para pasar larguísimas jornadas y llevarse un salario decente a su casa no tienen otro objetivo que prestar el servicio en las mejores condiciones posibles. Son las regulaciones municipales las que provocan que en muchas ocasiones -las noches de los fines de semana, por ejemplo, o cuando se produce cualquier acontecimiento extraordinario en la ciudad- sea prácticamente imposible encontrar un transporte de forma rápida. Eso explica sólo en parte por qué el sector tiene en Sevilla una mala imagen. La otra parte del problema, a la que incomprensiblemente tampoco se le pone solución, radica en el hecho de que una determinada asociación se haya hecho con el control de la parada del aeropuerto, la más estratégica de la ciudad, y allí haga y deshaga a su antojo dando a los visitantes que llegan a la ciudad una muy mala tarjeta de presentación.

El taxi de Sevilla necesita de soluciones urgentes, que no afectan sólo a la presencia de los nuevos modelos de negocio tipo Cabify con los que obligatoriamente tendrán que convivir. Se trata sobre todo de que quienes tienen la responsabilidad de regular -en este caso, el Ayuntamiento- lo haga atendiendo a las necesidades de los ciudadanos, tanto de los que son de aquí como a la cada día más importante presencia de turistas. Ahora, demasiadas veces, más que usuarios del taxi somos sus víctimas.

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