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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Como el prólogo de una historia subyugante

La actuación de Adán y el tiquitaca que prologó el gol de Sanabria son la síntesis de un recital

Decíamos ayer que corren tiempos de bonanza en el tempestuoso Betis, por siempre Real Betis Balompié. Eso era antes de que sucediera lo que sucedió al filo de la medianoche en la portería que da a Rafael Salgado, la portería norte del mayor escaparate del fútbol. El testarazo del paraguayo Sanabria fue como un mensaje de amor al corazón de cuantos béticos penaron por culpas ajenas durante años y que ahora recobran las ganas de vivir.

Desde lo que evitó Adán en la que fue su mejor actuación como guardián de la portería bética hasta ese remate de Sanabria que le ponía la rúbrica a una obra bien hecha, la noche fue un deleite para cuantos profesan la religión verde, blanca y verde del Real Betis Balompié. Noche para que los que estábamos reticentes a la idea de que Setién lograse sacar agua de un pozo que creíamos agostado nos sintamos como debió sentirse Saulo cuando fue descabalgado en el camino de Damasco.

Confesaba el entrenador bético que la sensación que le daba la hazaña del Bernabéu era la de haber dado un gran paso adelante de cara a que la gente confíe en su tropa y para que esa tropa confíe en sus enseñanzas. Y viendo cómo saltó a la pradera de Chamartín, acoquinando al Real Madrid para estar a punto de ponerse por delante antes de romper a sudar, ya no hay otra que confiar a ciegas en el mensaje de un técnico que está calando en el bético tanto como caló el colega que lo trajo.

Todo lo que aconteció se sintetiza en el partidazo de Adán y en la jugada postrera en que se narcotizó al Madrid mediante veinte toques en un minuto para la estocada final cuando ya no había tiempo para nada. Nunca había ocurrido en dicho escaparate que un visitante osara a tal faena con aliño de tiquitaca y testarazo inapelable. No sé si esto va a ser el prólogo de una historia subyugante, pero me da que estamos ante el principio de un tiempo de felicidad tras tantas tribulaciones.

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