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La tribuna económica

Rogelio Velasco

La próxima guerra comercial

EEUU está poniendo al límite todos sus recursos para salir de la crisis. El balance del banco de la Reserva Federal se ha multiplicado por 2,5 en sólo tres años, reflejando las compras masivas de todo tipo de activos, públicos y privados, para inyectar liquidez y para salvar de la quiebra a decenas de instituciones financieras. Por el lado fiscal, los programas de estímulo público a la actividad están haciendo crecer rápidamente la deuda. El volumen de ésta en relación con el PIB superará el 90% a finales de este año. Alguna agencia de calificación está revisando la calidad crediticia del país más poderoso.

A pesar de los enormes recursos puestos en funcionamiento para estimular la actividad privada y salir de la crisis, el comportamiento de la economía del otro lado del Atlántico no deja de ser decepcionante y volátil. A un mes de optimismo porque los índices del Conference Board muestran mayor actividad de los directores de compras de las empresas, le sucede otro de caída en picado de la venta de automóviles o de viviendas.

La cuestión clave que volvemos a encarar es la de las limitaciones que presentan las políticas monetarias y fiscales nacionales. Excepto en áreas monetarias -como la UE- en donde las decisiones sobre tipos de interés y otras variables afectan a todos los países miembros, típicamente los impactos se limitan al área de soberanía de los países. Y las políticas fiscales para todo el área tienen un impacto despreciable porque normalmente las decisiones clave sobre impuestos y gastos públicos residen en los Estados.

El resultado es que el país que decide adoptar medidas expansivas para salir de la crisis ve frustrado su intento si el resto del mundo no le acompaña con medidas también expansivas. Si no es así, el incremento del consumo se filtra en buena medida al resto del mundo vía importaciones. La expansión fiscal y monetaria de EEUU está provocando importaciones récord de Porsche y BMW de Alemania, que es donde se crea el empleo.

Los recursos para la expansión, en EEUU y en la UE, se están agotando. Al final, China y Japón y, en menor medida, otros países emergentes, tienen la responsabilidad de tirar de la demanda mundial para que no volvamos a caer en tasas negativas de crecimiento.

El caso de China es bien conocido. Con unas reservas de más de dos billones de dólares y un tipo de cambio del renmimbi completamente minusvalorado, la política comercial exterior está destinada al fomento de las exportaciones y a la protección del mercado interno a través de esa infravaloración de la moneda.

Los días pasados, el Gobierno japonés intervino a gran escala en los mercados para evitar la apreciación del yen, como medida también para evitar el abaratamiento de las importaciones del resto del mundo.

Con medidas y políticas como las comentadas por parte de los países que tienen capacidad de arrastre del comercio internacional, la salida de la crisis será más lenta y dura. Y se corre ya el serio riesgo de que EEUU inicie una guerra comercial imponiendo elevados aranceles a las importaciones. Si no cambian las cosas, ése es el escenario perdedor para todos.

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