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Juan Ruesga / Navarro

Del puente a la torre

EL pasado martes se inauguró en Bilbao, con presencia de los Reyes de España, el nuevo edificio de la empresa Iberdrola. Este hecho puede haber pasado más o menos desapercibido en Sevilla. Pero tiene otro significado más próximo en nuestra ciudad si decimos que este nuevo edificio bilbaíno es una torre de 165 metros de altura y ha sido diseñada por el arquitecto César Pelli. La torre Iberdrola se ha convertido en el punto de referencia del parque de Abandoibarra y el nuevo paseo de la ría del Nervión, allí donde hace años se alzaban los astilleros. En el punto central del arco que discurre desde el Museo Guggenheim hasta el Palacio de Congresos y de la Música de Euskalduna. Se sitúa asimismo, como final de la perspectiva urbana que se inicia en la Plaza Elíptica, corazón del ensanche bilbaíno y mira hacia Deusto y el edificio de su universidad, que se asienta en la margen derecha de la ría.

La torre Iberdrola se convierte en un referente arquitectónico claro de la gran operación de relanzamiento de Bilbao como ciudad de servicios desde la inauguración del Museo Guggenheim en 1997. Una estrategia minuciosamente planificada para potenciar una nueva imagen de la ciudad, dejando atrás la crisis industrial de las décadas anteriores. Todo comenzó a finales de los años ochenta, cuando la metrópoli vasca puso en marcha un colosal conjunto de obras a escala de territorio, desplazando el puerto aguas afuera de la ría, y reorganizando las líneas ferroviarias. Ya en 1995 se abrió la primera línea de metro, diseñada por el arquitecto británico Norman Foster. Y ha incorporado la presencia de notables arquitectos en todos estos años, en numerosos proyectos. La claridad de esta operación aparece meridiana en el plano editado por el periódico El Correo, titulado "Arquitectura emblemática de Bilbao", (les invito a buscarlo en la red) donde se señalan los principales edificios que han conformado la historia de la ciudad, desde el enclave primigenio de San Antón, donde estaba el puente que figura en el escudo de la ciudad, hasta las últimas actuaciones, como la torre Iberdrola, las nuevas bibliotecas universitarias, etcétera. Desde el siglo XV hasta hoy, pasando por la época del desarrollo industrial y comercial del siglo XIX, el discurso aparece como unitario y continuado: presentarnos a Bilbao como la gran ciudad que es y cómo quiere ser vista.

¿Y toda esta historia de Bilbao a qué viene? A que envidio la claridad y contundencia del discurso de ciudad, que se trazó un objetivo hace años y que lo está desarrollando paso a paso. Con aportaciones de sector público y del privado. En paralelo, se ha remodelado y actualizado el Museo de Bellas Artes, que actualmente es un referente en toda España por su gestión. El nuevo centro cultural Alhóndiga muestra la contemporaneidad de las artes, el gran bailarín bilbaíno Igor Yebra ha abierto su escuela de danza y se han modernizado los teatros. Ha habido críticas al proceso, a los edificios, pero el resultado final, en mi opinión, es que cada vez hay más razones para ir a Bilbao.

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