La ventana

Luis Carlos Peris

Las rebajas también sufren la desaceleración

ENTRE el tirón televisivo que tuvo la épica final de Wimbledon, el carácter de todo domingo del verano y, muy posiblemente, la ruina que tenemos en todo lo alto, el domingo de rebajas parecía una especie de día después de algo tremebundo. Las calles vacías y ni siquiera la insufrible cola de coches atascados en Baños pasó lista, para goce y disfrute de unos vecinos que el día antes se habían puesto de los nervios con tanto imbécil haciendo sonar el claxon, como si haciendo ruido fuesen a llegar antes a esa especie de tierra prometida que es el aparcamiento del gran almacén. Bueno, pues nada de eso hubo que soportar en un domingo absorbido por la maratoniana lección de un mallorquín en la exclusiva hierba londinense. Calles desiertas y ventas sin nada que ver con lo acostumbrado, seguro que más por culpa de la acelerada desaceleración que nos invade que por el tenis, seguro que sí.

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