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PASA LA VIDA

Juan Luis / Pavón

Las rebajas del tapeo aún son tímidas en el redondeo a la baja

LA palabra rebajas ya ha dejado de ser tabú para la hostelería. El Grupo La Raza, que para eso su presidente, Pedro Sánchez Cuerda, está al frente de la patronal sevillana, quiere acabar con los clichés y ha empapelado en julio con Rebajas las cristaleras de los bares que ha abierto en el centro durante los últimos años. La sede emblemática de la empresa, en el Parque de María Luisa, es harina de otro costal. Asocia así el consumo de barra o velador al imaginario de los comercios y de los clientes. Un hermanamiento fácil, de pared en pared en tantas calles y plazas. Porque ya no es tiempo de irse por las ramas del eufemismo y del miedo al qué dirán.

La iniciativa, con descuento del 10% de todos sus platos y bebidas, no ha sido secundada en el léxico por sus compañeros de profesión. Pero, fuera de la ruta turística en la que el citado grupo empresarial pretende llamar la atención, hace tiempo que se ven, en barrios donde la población flotante es otra, carteles con ofertas anunciadas en el exterior de bares y cafeterías que no tienen suficiente clientela fija. No se llaman rebajas, pero lo son. Para churros, para montaditos, para las cañas de cerveza... No obstante, aún resulta escasa la competencia a través del factor precio. Se echan en falta más apuestas cargadas de originalidad para animar la convidá de barra o de mesa. Aún late en el gremio la convicción de que la gente los utiliza como espacios de sociabilidad, encuentro, liberación o desahogo en los que se presta mucha más atención a las relaciones que a la cuenta. Pero el fracaso de muchos bares a la hora de intentar hacer caja con los forofos del barrio para ver los partidos de España en la Eurocopa, es una señal de que gana terreno entretenerse al menor coste posible. Y se resquebraja el mito sevillano de que los bares siempre prosperan.

Es obvio que la costumbre lleva a fijarse más en el precio cuando se está en las tiendas de ropa o en los supermercados, que cuando se pide una fritura o una copa. El día en que sea moneda corriente el mismo punto de vista en todos los establecimientos, porque el apretón del presente trastoque todos los hábitos, las organizaciones de consumidores pedirán que se regule el control en el etiquetado del género hostelero, ya sea el café torrefacto o el jamón con chorreras, y que esté a la vista el precio antiguo junto al actual. Para garantizar que calidades y cantidades no cambien de un mes a otro cuando las tapas vuelvan a costar un euro. Porque estamos en un pendulazo tal, de la cima a la sima, que el redondeo al alza puede ser relevado por el redondeo a la baja.

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