DESCONOZCO de qué manera terminará lo de Marcelino, pero no me gusta que nadie use la prepotencia para entrar en casa de uno más débil. Cuando Juande se fue con nocturnidad y hasta alevosía al olor de las libras esterlinas, todo el sevillismo clamó y también la gente normal vio irregular aquella maniobra. Se haga lo que se haga en estos tiempos de adoración al becerro más o menos áureo, los contratos deberían cumplirse y sólo romperse por unanimidad, con ambas partes de acuerdo y tenemos el ejemplo de la obligatoriedad que la patronal tiene de pagarle al entrenador cuando éste es destituido.

No es correcto que el Madrid se lleve al entrenador del Inter, aunque en este caso bien caro que le salió el trasvase a Florentino. Ahora no sé por qué ese encaprichamiento del Sevilla por un entrenador que tampoco ha hecho tanto en su carrera por equipos de segundo nivel. ¿No hay un solo entrenador libre que colme los deseos del Sevilla? ¿Ha de meterse en la casa de un club aparentemente amigo para revolverle el gallinero? Y eso que Del Nido se ufana en privado y en público de la amistad que mantiene con Francisco Pernía. De hecho, el indio que hizo el indio aquella noche santanderina nunca contó con la complicidad del presidente.

En la vida hay una vieja y coherente conseja que dice que no se ha de desear para el prójimo lo que no se quiere para sí mismo y el recuerdo de Juande revolotea en estas negociaciones con Marcelino. Suena todo esto a capricho que no viene a cuento por muy buen cartel que haya dejado el asturiano en casi todos los sitios donde entrenó. Y posiblemente sea el entrenador adecuado para lo que se pretende en el Sevilla, ganar la Liga regular, quedar tercero tras los dos colosos, y seguro que es lo mejor para Marcelino, pero que se trata de una fenomenal putada al Racing no hay quien lo dude, similar a la que el Sevilla recibió por parte de Juande y... del Tottenham.