ARDEN esas redes sociales que más parecen asociales en una inmensa mayoría de ocasiones. Tienen poco de sociales, ya que por lo pronto está el anonimato y desde ese anonimato se puede ser francotirador sin ningún tipo de riesgo. Las redes sociales han convertido la vida en un terreno pantanoso en el que cualquiera puede ser hundido con toda impunidad y eso es algo que no admite discusión, que hay grandes expertos para la difamación desde trincheras tan ventajistas. Pero también hay veces en que esas redes se convierten en barómetro riguroso para medir la presión social en contra o a favor de cualquier sucedido. Con ocasión de la abominable sentencia del caso Marta, esas redes sociales que tan peligrosas son están ejerciendo de efectivos altavoces de condena a esa ridícula condena del asesino y contra ese irse de rositas de sus cómplices. Por esta vez, las redes son sociales, no asociales.