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la tribuna económica

Gumersindo Ruiz

La reforma de la actividad productiva

Apesar de la calamitosa situación en que nos encontramos, el producto total de la economía española se mantiene alrededor de los 1.153 miles de millones de euros de producción anual; crece o decrece ligeramente, pero está en torno a esa cifra que, dividida entre 46,3 millones de personas, nos da un producto bruto por habitante de casi 25.000 euros, contando ocupados y no ocupados, trabajadores, jubilados y niños.

Es llamativo que desde el comienzo de la crisis sigamos, más o menos, produciendo por el mismo valor, pero con tres millones menos de trabajadores, en un entorno de cierre de empresas y aparente disminución general de la actividad. Pero no todas las actividades productivas caen, nuestras exportaciones están fuertes, la agricultura atraviesa un buen momento de demanda internacional (aunque comercialmente perdemos nuestras ventajas) y el turismo mundial crecerá también en 2012, tanto en viajes de ocio (un 5%), como de negocios (un 6,5%), lo cual nos proporciona una oportunidad que sí estamos aprovechando.

De ese producto bruto anual hay que quitar lo que se debe, por el sector público y privado, amortización e intereses, que en el caso del sector público no es mucho: el 70% de lo que se produce en un año, que a efectos comparativos sería como si una familia que ingresa 40.000 euros al año tuviera deudas por un total de 28.000, lo que no parece excesivo. Distinta es la deuda del sector privado en España, que es tres veces más que la deuda pública, y supone, trasladándolo a una economía familiar o empresarial, deber el doble de todo lo que uno gana en un año.

Controlando la deuda con más ahorro, menos gasto y mejor aprovechamiento de lo que tenemos, si la población no aumentara y los precios se mantuvieran bajos, podríamos quedarnos como estamos. Considerando el país en su conjunto, nunca la sociedad española y andaluza ha sido tan rica y ha disfrutado de este nivel de bienestar. Sin embargo, si dejamos las cifras y miramos alrededor vemos que la situación no es ésa, sino de deterioro, lo cual nos lleva a plantearnos cuatro preguntas.

La primera es que si las remuneraciones de las personas desempleadas han caído, los salarios de los que trabajan no suben y, sin embargo, el valor de lo que se produce es el mismo, ¿dónde están las rentas correspondientes a la producción? Hay una cuestión evidente de distribución de lo que se produce en nuestra economía. La segunda pregunta es que si con menos empresas se produce lo mismo, qué tipo de producción llevamos a cabo y qué tipo de reformas precisa nuestra economía productiva. La tercera reflexión parte de que el 3,7% de nuestra producción anual es la diferencia entre lo que compramos y vendemos fuera; no cabe duda de la necesidad de cubrir ese 3,7% con un mayor esfuerzo exportador. Y, por último, hay que hablar de Europa, pues donde nosotros tenemos un déficit, Alemania tiene un superávit del 5,2%, que consigue en buena medida dentro de la Eurozona. Junto con las reformas, hay que exigir políticas europeas, inmediatas, que corrijan algo esos desequilibrios productivos que dan lugar a desequilibrios comerciales internos, pues aquí está la clave del paro.

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