crónica personal

Pilar Cernuda

La otra reforma

Yvan dos. El Gobierno aprobó la semana pasada la reforma laboral, que era su prioridad, y acaba de dar luz verde a otro de sus retos, la reforma financiera, para la que ha tenido además el apoyo del principal partido de la oposición, el PSOE , además de CiU.

Se podrá acusar a Rajoy de multitud de defectos, pero entre ellos no estará la lentitud para emprender los objetivos que se había propuesto. Dijo que en tres meses llevaría al Parlamento una veintena de leyes y normas, y lo está cumpliendo a rajatabla. Recuerda al Felipe González de la primera legislatura, cuando en los cuatro primeros meses abrió la verja de Gibraltar, devaluó la peseta, privatizó Rumasa y anunció una ley del aborto. Hay gobiernos que prefieren tomar iniciativas muy polémicas cuanto antes, para que pase pronto la cruz de que lleguen dardos envenenados desde todos los sectores. Y una vez superada la suma de descalificaciones, recuperan la necesaria tranquilidad desde la que se pueden empezar a aplicar las leyes que provocaron escándalo.

La reforma del sistema financiero quiso hacerla Zapatero hace tiempo, era indispensable, pero por razones electorales o de coraje no se atrevió a hacerla excepto al forzar las fusiones de las distintas cajas, por lo que ha sido el Gobierno del PP el que se ha encontrado con esa patata caliente en las manos. Para el gran público quedarán los titulares de que pone límite a los sueldos de los directivos de bancos que reciben ayudas estatales y que además los bancos y cajas pondrán en el mercado los bienes inmobiliarios que tienen en cartera, lo que obligará a bajar considerablemente los precios de esos activos, pero obliga también a los bancos a realizar provisiones de fondos por valor de más de 50.000 millones de euros.

Sin embargo, la nueva ley tiene más enjundia: venía marcada por el propio sistema financiero español, que necesitaba reorganización urgente, y venía marcada también por la necesidad de recuperar la imagen perdida, de manera que España sea definitivamente un país fiable para los inversores, con un sistema financiero ajustado a su envergadura y ajustado también al modelo que piden la Unión Europea y los mercados internacionales.

El apoyo del PSOE es de la máxima importancia. Porque garantiza el futuro del nuevo modelo, da seguridad a la nueva estructura financiera y da credibilidad no ya al gobierno, lo que es básico, sino al sistema financiero español por encima del color político del quien dirija el país. Se trata de una decisión esperanzadora, porque indica que el Partido Socialista sí está dispuesto a hacer una oposición útil. Oposición rigurosa en aquello que considera negativo -la reforma laboral, por ejemplo, que atenta contra lo que considera valores del socialismo-, pero sin que le duelan prendas en aceptar las iniciativas positivas.

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