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La Noria

Carlos Mármol

El revés de la trama

GRAHAM Greene, que tan buenos títulos dejó a la historia de la literatura, cuenta en El revés de la trama, una novela sobre las turbulencias que le acontecen en Sierra Leona a un mayor británico -católico, por supuesto-, uno de los múltiples y devastadores efectos que pueden provocar las exageraciones excesivas. El protagonista de su libro se condena por su firme decisión de llevar hasta el final su vocación de salvarle la vida a los demás.

Algo parecido, con todas las variantes de espacio, tiempo y lugar, parece estar ocurriéndole estos días a Juan Ignacio Zoido, candidato a la Alcaldía del PP, que ayer recibió la mala -para él- noticia de que el juez instructor del llamado Caso Unidad ha decidido limitar a apenas tres personas el alud de cargos penales que, en su táctica de judicialización de la vida política municipal, presentó su partido para demostrar la existencia de "una trama socialista" encargada de saquear las arcas públicas del Ayuntamiento y la Diputación mediante la emisión de facturas falsas.

Según el juez, que ha estudiado los hechos, e incluso coincide con la Fiscalía, no es que no haya revés, es que ni siquiera hay trama. El supuesto escandalazo que los asesores de Zoido sacaron a la luz -en una televisión local que ya no existe- en la pasada campaña con idea de conseguir un vuelco durante las últimas elecciones locales se desinfla. La supuesta red de corrupción municipal no termina de ser visible para los magistrados -al menos desde el punto de vista de los hechos probados- aunque parece cierto que ciertas personas con nombres y apellidos -los tres imputados, según el relato de la causa que hace el instructor- sí han cometido irregularidades suficientes que pueden terminar llevándoles al banquillo como autores de un supuesto delito de falsedad documental.

¿Hizo mal Zoido acudiendo a la justicia? No. Como ciudadano y como representante público está en su perfecto derecho. Igual que todavía tiene la opción de recurrir el auto judicial y confiar en que la Audiencia pudiera darle la razón, una hipótesis que no es del todo descartable. La cuestión ya no es ésta. El asunto es otro. Se trata de una contradicción: la de arrogarse el derecho a dar determinadas lecciones de ética a los demás y, con esta frágil base argumental, permitir que la maquinaria de propaganda del único partido de la oposición -que existe, ya más o menos se está viendo claro- se haya pasado casi cuatro años intentando hacer -aunque a su estilo- lo mismo que se enseñaba en las academias de retórica. Amplificatio ad infinitum. Ayer, claro, la noticia no llegó por mail. Había que ir a la calle a buscarla. Para eso estamos los periodistas, cuando los políticos nos dejan trabajar.

Tras reclamar la imputación de hasta 20 personas, el alcaldable del PP repitió ayer su salmodia: "Desayunamos todos los días con escándalos. Tanto PSOE como IU están inmersos en una corrupción generalizada". El teletipo con sus declaraciones llegó por la tarde, a las 18:04 horas. En ese momento su partido ya conocía el revés del auto judicial. Estos detalles son los que definen un carácter. Como demostró el ex edil andalucista Rafael Carmona cuando destapó el Caso Macarena, se sabe que en el PSOE hay personas concretas que falsifican facturas. Un grave delito. Algo nada edificante. Lo mismo que ver a algunos vender y vocear la piel del oso antes de cazarlo.

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