La ventana

Luis Carlos Peris

El ruido se enseñorea de la Alameda

DEMONÍACO invento el de la Alameda según queja generalizada del vecindario. La barahúnda habitual se va enloqueciendo en un in crescendo imparable hasta que, definitivamente, la madrugada se hace insoportable para hacerla incompatible con el descanso, con ese sueño que el humano necesita para que las cosas sean como han de ser. Aparte de la fealdad, de que hayan puesto un reloj tan cursi como ridículo justo al lado de donde antes estaba el busto del genial Manolo Caracol, digo que, aparte la fealdad y de su embalse para tormentas, los que viven en la Alameda afirman que aquello es insoportable y hasta echan en falta aquel mundo de hetairas y macarras que vivían su vida sin grandes escándalos sonoros. Está visto que la Alameda no tiene suerte y que cada vez que le buscan una salida la empeoran. Ahora es el ruido de los que no viven allí para fastidiar a los que sí padecen la Alameda.

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