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José / Ignacio / Rufino

Un sabio de 'izquierdecha'

LA derecha y la izquierda existen. Afirmaba el italiano Sartori que la diferencia esencial es que la izquierda promueve la igualdad, mientras que la derecha promueve los beneficios enriquecedores de la diferencia, lo cual conlleva la defensa de los privilegios de quienes han hecho dinero o lo han recibido en el notario. La izquierda defiende lo colectivo, la derecha lo privado. En la economía de la crisis, también las posiciones son claras, lo cual, siendo consecuencia del malestar causado por el empobrecimiento y la incertidumbre, es reconfortante: las líneas ideológicas difusas de los tiempos del bombeo de la última gran burbuja eran falsas, o al menos transitorias. A día de hoy, en política económica la discrepancia tiene rostros muy diferentes.

Si eres de derechas, la austeridad es el dogma, mientras que si eres de izquierdas reclamarás políticas de estímulo fiscal y convendrás que la dieta es necesaria, pero con algún suplemento vitamínico que prevenga la anemia. Merkel -mejor dicho, el paradigma alemán- es el estandarte de la primera visión; Krugman, de la segunda (Antón Costas parafraseaba hace unos días el "Dios, dame la castidad, pero no me la des ahora" de San Agustín: "Dame la austeridad, pero no me la des toda ahora"). Si eres de derechas, creerás que los culpables son los políticos, con Obama a la cabeza (y Zapatero -¿recuerdan?- a nivel doméstico). Si eres de izquierdas, culparás del pecado original y otros menos originales a la banca y otros operadores del mercado financiero. Suele gustarnos ponernos un traje prêt à porter ideológico, y asumir un credo y una estética empaquetada. Es comodísimo. Te vuelves previsible y hasta cansino, pero da mucha paz de espíritu estar alineado. El arquetipo de la consistencia ideológica es el nacionalismo español contra España: sota, caballo y rey; el enemigo y el argumentario del clan están clarísimos, no hay fisuras ni dudas.

El economista indio del MIT Raghuram Rajan no es hombre de blancos y negros, como no lo es su propia piel. Cuando todos decían que la cosa iba bien, él dijo lo contrario: "Me sentía como un paleocristiano que hubiera aterrizado por casualidad en un congreso de leones hambrientos". En su libro Fault Lines, defiende la tesis de que la crisis ha sido causada al alimón por bancos, políticos y ciudadanos. Pero, ojo, su tesis es que hay aún grietas en las placas tectónicas que, de no resolverse, no dejarán al mundo en paz más que transitoriamente. Cuando uno espera el alegato del adelgazamiento del Estado, Rajan sorprende. ¿Adivinan cuál es la grieta principal que provocará nuevos terremotos según este sabio inesperado? La brecha entre ricos y pobres, global y local. Un tipo de izquierdecha. (Por cierto, el libro ganó el Premio Financial Times y Goldman Sachs. Qué ricas contradicciones.)

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