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horizontes lejanos

Juan Ojeda

O salimos juntos o no salimos

LOS datos sobre el paro en Andalucía y las previsiones que hacen Analistas Económicos, el gabinete de estudios de Unicaja, son para hacer temblar a cualquiera, a todos, a gobernantes, a gobernados, a desempleados y a ocupados. Son ya un millón trescientos setenta mil los parados andaluces, más de un 34%, y se teme que a final de año se supere el 35% -superando aquellos niveles del 94 que ya parecían olvidados- y si es así tendríamos casi doscientos mil parados más que el año pasado, que ya se consideró nefasto en materia de empleo. Lo peor es que esto no tiene pinta de enmendarse porque, según los citados analistas, el PIB descenderá este año un 1,9%, y el año que viene un 1,6%, y como quiera que para que se cree empleo neto es necesario un crecimiento del 3%, ya me dirán ustedes qué nos podemos esperar.

Por otra parte, sabemos que crece el número de personas en riesgo de exclusión y que las organizaciones que se dedican a la atención social, como los bancos de alimentos, Cáritas, o la Cruz Roja y la Cruz Blanca, han superado ya el límite de sus posibilidades. Esto quiere decir que son muchos ya los que no tienen qué comer o dónde dormir. Cierto es que a veces esto se difumina, o no lo queremos ver, cuando vemos las estaciones o los aeropuertos llenos de gente que viaja, las terrazas de los bares llenos -yo he visto en París, durante el puente del Pilar, a cientos de andaluces haciendo turismo- o los coches haciendo colas en las gasolineras a pesar de la subida del carburante. Eso también pasa, pero ellos son los pertenecientes al 65% que todavía tiene trabajo, aunque muchos de ellos comen, beben y viajan con la inquietud interna de si el año que viene, o el otro, podrán hacerlo igual.

La gran pregunta es si esto tiene salida, porque los brotes verdes se los llevó doña Elena Salgado para plantarlos en una maceta y decorar su salón. Porque de economía tenía poca idea pero era mujer de buen gusto. Pero volviendo al tema, la clave está en la salida de todo esto porque, aunque tengamos el cuerpo hecho a que las cosas nunca volverán a ser como antes, todos tenemos la esperanza de que podemos mejorar. Y queremos que se nos diga cómo lo vamos a hacer y de ahí que, hoy más que ayer pero menos que mañana, necesitemos liderazgos claros, y acuerdos nobles entre quienes, entre todos, hemos decidido en las urnas que nos lideren, queremos ver un esfuerzo solidario y compartido, con renuncias a prioridades personales o partidistas.

Una cosa es la capacidad de análisis y otra cosa son las sensaciones, que muchos veces aciertan más que los primeros. La sensación ahora es que, o salimos juntos, o no salimos.

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