Crónica personal

Pilar Cernuda

El estado de salud del PP

FUE Federico Trillo quien se refirió al estado de salud del Partido Popular después de la crisis, la crisis más seria de su historia como reconoció ese histórico militante y dirigente del PP que tuvo que cargar a sus espaldas, por cierto, la grave crisis anterior, la de Antonio Hernández Mancha, que obligó a Fraga a regresar de su retiro y, de la mano del propio Trillo y de Cascos, poner orden en un partido completamente desbaratado.

El estado de salud del PP en este congreso es excelente. Curiosamente excelente, sorprendentemente excelente, porque no es ningún secreto que hace pocas horas se encontraba enfermo de solemnidad, desencantado, desfondado y roto. Llega el PP al congreso con el congreso hecho, lo que no deja de ser curioso también: a lo largo del último mes ha salido todo lo negativo que tenía dentro, todo lo malo, las tensiones, las diferencias personales, las discrepancias, las enemistades, las ambiciones … y cuando todo parecía perdido, se anuncia un nuevo equipo directivo y de pronto las heridas empiezan a cicatrizar y la vaselina suaviza lo que estaba en carne viva.

Y en Valencia se disfruta de un clima de bonanza, los disidentes olvidan que lo eran y las únicas diferencias giran en torno a la polémica sobre el matrimonio homosexual, lo que evidentemente no es un asunto que ponga en peligro la estabilidad de un partido. Y el congreso se transforma en una especie de celebración en la que incluso participa un Rodrigo Rato, que ha querido dejar muy claro que él es del PP y se siente del PP, aunque haya recibido poco cariño por parte de algunos de los que más mandan.

En el PP que ahora se concentra en Valencia han ido de la mano los de la nueva generación y los históricos, han tenido su papel personas que aparentemente habían dejado el primer plano, como Elvira Rodríguez, se han visto infinitamente más caras sonrientes que sombrías y se ha aplaudido a rabiar a quienes Rajoy ha elegido para estar junto a él, pero también a quienes llevaban cierto tiempo en segundo plano. Quizá la única nota discordante fue la de Aznar, gélido con Rajoy y que no saludó a Fraga al llegar, no se sabe si por despiste o porque no le gusta lo que dice últimamente el fundador del partido.

Se hablará del "espíritu de Valencia", aunque la gente del PP llegó a Valencia con ese espíritu puesto: el que invadió a la gente del PP cuando Rajoy despejó las incógnitas sobre su equipo y acertó en los nombres.

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