LA próxima semana va a ser decisiva en el futuro de Europa y España debido a dos citas con las urnas de trascendental importancia: el referéndum del Brexit en Gran Bretaña el jueves, y las elecciones generales el domingo. Del resultado de estos comicios dependerá en gran parte la evolución de la política y la economía de nuestro entorno en los próximos años. Las incógnitas planteadas no son menores y en ambos casos se corre el peligro de que triunfen los atajos populistas para superar problemas que tienen una difícil solución.

En Gran Bretaña las encuestas no descartan una victoria de los partidarios de abandonar definitivamente la Unión Europea, lo cual supondría un enorme problema para el Viejo Continente en unos momentos especialmente complejos. Pese a que políticos y analistas han avisado repetidas veces de los daños que sufrirán las economías británica, europea y mundial en el caso de que se consume el Brexit, una parte importante de la ciudadanía del Reino Unido ha caído en la tentación de enrocarse en el nacionalismo en unos momentos en los que Europa sufre una múltiple crisis económica, migratoria, de seguridad e institucional. El próximo jueves por la noche veremos hasta qué punto el pánico a la globalización ha calado en una de las sociedades más maduras del mundo.

Por su parte, sobre las elecciones generales españolas también planea el fantasma del populismo. Aunque las encuestas dan repetidamente al PP como vencedor, también dan ya por hecho el sorpasso de Podemos al PSOE, lo que supondrá una crisis interna sin precedentes en el que hasta ahora ha sido el partido de referencia de la izquierda española. Un triunfo de la formación morada traería consigo un considerable aumento de la presión fiscal y del gasto público, por lo que se podría malograr la tímida recuperación económica iniciada hace dos años y España retrocedería a los peores escenarios de la crisis.