En tránsito

eduardo / jordá

Nada es sencillo

EN esta campaña electoral se han impuesto las visiones más extremas y más antagónicas: o todo está bien o todo está mal; o vivimos en un país maravilloso o vivimos en una película de terror. Pero ninguna de estas dos versiones de la realidad que se nos han querido transmitir es cierta. Ni vivimos en un país donde todo marcha bien ni tampoco vivimos en una realidad apocalíptica de hambre y miseria. En esta campaña, más que en ninguna otra que yo recuerde, se han usado armas ideológicas de intoxicación masiva. Para los de un extremo, un empleo de 40 horas semanales -o algunas más-, con un sueldo mensual de 400 o 500 euros, es un trabajo digno y bien pagado. Y para los del otro, las siete plagas bíblicas se han abatido sobre nosotros y dentro de nada tendremos que comernos los unos a los otros, si es que no hemos empezado ya.

Pues no, no es así. Alice Munro, que sabe mucho de estas cosas, tiene una frase maravillosa que nos previene contra todas estas simplificaciones engañosas que se han impuesto: "Nada es sencillo ni simple. La complejidad de las cosas -las cosas dentro de las cosas- es infinita". Exacto. Y si no es verdad que vivimos en el país de las maravillas, donde todos debemos estar muy contentos con lo que tenemos, tampoco es verdad que vivimos en el país de las estafas, los desahucios, el hambre y la corrupción insaciable. Ni lo uno ni lo otro. Y algo muy grave está pasando cuando muchas televisiones y casi todos los usuarios de las redes sociales se han tragado por completo estas dos simplificaciones, sobre todo la segunda. No hay nada de lo que podamos estar orgullosos, no, pero tampoco vivimos en una especie de democracia secuestra por una panda de sádicos y gángsters. Nada es sencillo ni simple. Y la complejidad de las cosas es infinita. También en política. Mejor dicho, sobre todo en política.

Es curioso que ahora, en el año 2016, cuando tenemos acceso a toda clase de informaciones que nos permiten documentarnos de forma fiable, se estén difundiendo tantas mentiras y tantas engañifas que todos nos tragamos a pies juntillas. Nos hemos vuelto crédulos e ignorantes, a pesar de que manejamos miles de datos que no sabemos procesar ni contextualizar. Nunca antes, que yo recuerde, los debates han sido tan estúpidos y banales. Y así vamos, convencidos de que lo sabemos todo, cuando quizá no sepamos nada de nada.

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