DICEN de él tantas cosas, y tan buenas, que el fichaje de Luca Cigarini se convierte en el gran reclamo del verano para el sevillista. De él dicen unos que es el Guardiola italiano mientras que su compañero Guarente, Tiberio de nombre, afirma que es como Pirlo. Jo, conque sea la mitad de la mitad de cuanto se le piropea, no cabe duda de que el Sevilla habrá encontrado el regista que anda buscando desde que Maresca levantó el pie del acelerador y que, por problemas indudables de peso, tampoco cuajó con Romaric. Esperemos que la publicidad que antecede la llegada del transalpino se corresponda luego con la realidad.

Estamos en un verano de vacas flacas, escuálidas diríamos, en el apartado fichajes y ya que son tan pocos los señuelos con que alborotar el mercado, bueno es que se activen los resortes propagandísticos para que todos nos animemos. Un futbolista que llega con el aval de su parecido con dos manijas como Guardiola y Pirlo no puede ser una medianía y si, por si fuera poco, viene de la mano de Monchi, miel sobre hojuelas, nada que rebatir, cartuchos al cañón. En el Sevilla del chaparrón de títulos tuvo una especial participación Enzo Maresca para que su figura languideciese a causa de una competencia brutal para el puesto que acabó por hacerle tirar la toalla.

Nápoles supuso un frenazo en la prometedora carrera de Luca Cigarini. Se dice que la irrupción de un nuevo técnico le bajó la caña, el recién llegado no contaba con él y por ahí se ha fraguado esta cesión del club partenopeo al Sevilla. Es ese frenazo junto al Vesubio la única sombra que cabe registrar en medio de tantos elogios. Una sombra que te lleva a dudar es si ese técnico que le repudió y que ha permitido que el Nápoles lo ceda hubiese hecho lo mismo con Guardiola o con Pirlo. De todas formas, da la impresión de que el Sevilla encontró ese aduanero que Álvarez pretendía para que el fútbol que él pretende para el Sevilla pase por él, por ese nuevo Pirlo.