MIENTRAS en España la gripe de los militares, la investigación a Garzón y las elecciones europeas centraban ayer la atención mediática, la crisis quedaba en un segundo plano. En este escenario, el Íbex 35 seguía a lo suyo. Y lo suyo últimamente es subir. Pinta bien, tampoco para tirar cohetes, pero echando la mirada atrás pocos podían imaginar que los mercados estarían como están.

El Íbex subió un 1,12% y se hizo fuerte por encima de los 9.500 puntos -hoy abrirá en los 9.510,80-, un techo que algunos analistas creen que podría marcar un punto de inflexión hacia arriba. No obstante, la mayoría llama a la prudencia. Los malos datos que se han conocido en estos días están siendo ignorados por los parqués, quizá por que, como dice la ministra de Economía, Elena Salgado, comienzan a avistarse brotes verdes.

El selectivo español, como el resto de plazas europeas, ignoraron ayer al mercado estadounidense, que se guió por la amenaza de bancarrota de General Motors y abrió en rojo. El CAC parisino sumó un 0,76%, el DAX un 0,30%, y el FTSE 100 un 0,10.

Dentro del mercado de renta variable, Arcelor lideró las ganancias con una subida del 5,67%, seguido de Gamesa (4,56%), Iberia (4,40%), Acciona (4,21) y Abengoa (4,05).

Los grandes bancos tiraron de la bolsa. Santander avanzó un 2,30% después de que difundiera que el próximo año sus filiales británicas adoptarán la marca del banco. BBVA repuntó un 1,50% y Popular un 1,72%. Telefónica sumó un 0,46%, Ibedrola un 0,33% y Repsol un 0,19%. En la parte baja, Grifols se dejó un 2,34, Bankinter un 2,19, y Telecinco un 1,81.

En el mercado continuo, Colonial cedió un 3,33%, después de que Alicia Koplowitz dejara de ser accionista relevante de la compañía tras vender la mitad de su posición.

El barril de Brent se elevó hasta casi los 62 dólares y el euro a 1,39 dólares.