NO había dudas sobre la crisis, sino sobre el momento en que se produciría: antes o después de las elecciones europeas. Ha sido antes, incluso con precipitación, al conocerse los cambios varios días antes de cuando Zapatero pensaba anunciarlos. A este hombre se le niega hasta el impacto de ser el primero en decir lo que sólo él decide.

Pero centrémonos en Andalucía, que es el subsistema político en el que la remodelación del Gobierno de la nación va a tener más consecuencias y provocar más repercusiones. La marcha de Manuel Chaves a una vicepresidencia autonómica de nuevo cuño, aparte de fortalecer políticamente a Zapatero y abrochar la carrera política de Chaves con brillo prejubilatorio, ha sido consecuencia de un pacto entre ambos que lleva semanas, si no meses, gestándose con gran discreción. Un pacto que incluye la sucesión ordenada de Chaves en la Junta de Andalucía.

Como ya indiqué hace ocho días, Chaves estaba muy molesto con los movimientos tendentes a dar por hecha su retirada y con la predilección de Zapatero, algo más que insinuada, por que la sucesora fuera María del Mar Moreno, ex presidenta del Parlamento andaluz y actual número cuatro de la ejecutiva federal socialista. Tan molesto estaba que dejó caer que no se iría a empujones y que, incluso, a lo mejor se quedaba y era candidato otra vez en 2012. Finalmente, los dos presidentes han pactado una salida ordenada que es, al mismo tiempo, un cierre de filas ante el deterioro constante de las expectativas electorales del PSOE por culpa de la crisis.

La primera parte se conoce: Manuel Chaves dimitirá como presidente de la Junta para ser vicepresidente tercero del Gobierno. La segunda está hablada: el sustituto de Chaves en la Junta será José Antonio Griñán, actual vicepresidente económico y amigo personal de Chaves, gracias a los 55 diputados autonómicos socialistas (mayoría absoluta por la mínima). Cierto que hay otros dos dirigentes que cumplen el requisito de ser diputados, además de ser viejos "candidatos" a suceder a Chaves, la mencionada María del Mar Moreno y el también jiennense Francisco Vallejo. Pero el nombre que han acordado ZP y Chaves es el de Griñán. La apuesta de algún sector del PSOE por Magdalena Álvarez nunca se ha contemplado y, además, ahora es imposible, por no ostentar la condición imprescindible de parlamentaria andaluza.

Precisamente la negativa inicial de Griñán, bastante rotunda, a encarnar el papel de Chaves siendo de la misma generación que él -e incluso abuelo antes que el actual presidente andaluz, con lo que eso cambia la forma de ver la vida y sus prioridades- es lo que ha retrasado el cierre de esta operación. "Nos ha costado mucho convencerle", me contaba anoche uno de los que le han convencido.

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