DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

LAS vueltas y revueltas, dimes y diretes, anuncios y desmentidos, del Gobierno sobre la subida de impuestos a los ricos van a acabar en poco más que agua con sifón: recaerá sobre los bolsillos de las clases medias. Las sufridas clases medias, podríamos decir, aceptando la verdad del tópico que así las define y compendia desde, por lo menos, la Restauración, como ya documentó Tuñón de Lara.

Según el periódico más amigo del Gobierno, que no se edita en Madrid, sino en Barcelona, el pregonado aumento de la presión fiscal para los que más tienen -la gran promesa de reequilibrio en el pago de la crisis con la que se quiso aliviar la subida del IVA- quedará circunscrito a gravar más en el IRPF a los contribuyentes con ingresos superiores a a 120.000 euros anuales. El tipo máximo de IRPF vigente es del 43%, y llegará al 46-47% para este colectivo.

Va a afectar, o sea, a perjudicar, a 200.000 ciudadanos. Pero no son ricos en sentido estricto. Los ricos de verdad se verían afectados si el Gobierno hubiera creado, como amagó, un impuesto sobre las grandes fortunas o hubiese rescatado el derogado Impuesto sobre el Patrimonio. A falta de coraje para gravar a los grandes afortunados y los poseedores de un patrimonio medio qué, el Ministerio de Economía y Hacienda -cuya dureza negociadora me comentó el otro día el presidente Griñán a cuenta de su pretendido endeudamiento- ha optado por meterle la mano en la cartera a esos doscientos mil españoles con un nivel retributivo relativamente elevado (profesionales liberales, ejecutivos, autónomos) que no son los que más tienen, sino los que disponen de trabajos bien pagados. Los que más tienen continuarán tributando a través de sociedades, es decir, mucho menos, y contentos porque el impuesto sobre las grandes fortunas terminará siendo una entelequia.

Hay que decir, inmediatamente, que la subida para los sufridores de clase media tampoco es que vaya a arreglar el déficit público: la recaudación derivada de ella supondrá entre 700 y 800 millones de euros, de un total de 70.000 millones que se ingresan por la vía del IRPF. Pero, bueno, es evidente que no se trataba de imponer una medida recaudatoria, sino de aparentar que el ajuste duro no se limitaba a los sectores populares, funcionarios y pensionistas, sino que también golpeará a los ricos. Será más bien a los falsos ricos de clase media, que en varias comunidades (Andalucía, Cataluña, Extremadura) también van a pagar más en el tramo del IRPF que le ha sido traspasado a los gobiernos autonómicos. Doble castigo.

En fin, Pilarín, que la fiscalidad de Zapatero no se atiene a la concepción redistributiva socialdemócrata. Un cambio más.

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