Hogaño, mediante el invento del tanatorio, ese establecimiento en el que se dulcifica el terrible trance del velatorio, la campana de la parroquia apenas se usa para el tañido a duelo. Un servidor de Dios y de usted tiene a tiro de piedra la parroquia y los toques de campana llegan con nitidez a la sala de estar, conque se está al tanto de qué hora es, cuartos incluidos. Llamadas a misa, cada vez menos misas por cierto, repiques gozosos, pero tañidos no, ni uno así que van cayendo hojas del calendario. Hace unos días llegó a casa el tañido de la campana mayor de San Vicente convocando a funeral córpore insepulto por un vecino. Y de tanto tiempo sin escuchar esa banda sonora de la muerte volví a sentir una sensación de intimismo que aún perdura en los pueblos. Sonaba la campana como sonaban casi a diario para retrotraernos a un tiempo que se fue para no volver.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios