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Visto y oído

Antonio Sempere

A por todas

MARZO. Llegan las nuevas cifras, los porcentajes, las estadísticas con los dichosos shares. Todas las cadenas dirán que han ganado espectadores. A su manera. Igualito que los partidos políticos gallegos y vascos. Lo de computar las cuotas de pantalla, las audiencias al milímetro, los triunfos en informativos, en series de producción propia, en cualquier franja horaria, se ha convertido en obsesión. Hay que sacar pecho. Y cotizar la publicidad al alza. Sea como sea. Ahora con la coartada de los tiempos de crisis. Otras épocas, por pura supervivencia. En cualquier tipo de mercado, se dice que la competencia es buena, porque beneficia al consumidor, que puede elegir entre varios productos y varios precios. No queda nada claro que el talante competitivo de las cadenas de televisión en abierto beneficien demasiado a quienes las consumimos. La contraprogramación campa a sus anchas. La parrilla de Tele 5 se ha convertido en un acertijo. Y va variando semanalmente. Aída compite contra el Doctor Mateo. Con reposiciones, pero con intenciones bastante claras. Las series migran de día como si tal cosa y es muy improbable que los trece episodios de que consta una temporada aguanten un mismo día a la semana. Insisto, no creo que todo este trasiego beneficie lo más mínimo al espectador televisivo. Tampoco los cambalaches que realizan para dar más publicidad de la que deben. Postergando la hora de inicio del 'prime time', que sigue anunciándose para las diez de la noche, aunque a estas alturas eso no se lo crea nadie. Vivimos una época de altísimo consumo televisivo, cerca de cuatro horas diarias, y las cadenas abusan de esta situación. Pavoneándose en este primer día laborable de marzo de sus buenos datos, cosechados a consta de minar nuestra paciencia.

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