DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Tribuna Económica

Joaquín / aurioles

E uro-dólar

DOS noticias importantes y simultáneas. El BCE redujo el tipo de interés oficial en 25 puntos básicos, hasta situarlo en 0,25% y la economía norteamericana consiguió crecer al 2,8% en tasa anualizada, durante el tercer trimestre.

Nunca había estado tan bajo el tipo de interés oficial en la zona euro ni tampoco tan claros los indicios de la disposición del BCE a profundizar en el terreno de las políticas monetarias no convencionales. No es un caso comparable al norteamericano, en el sentido de que no se persiguen estímulos para luchar contra el desempleo y el bajo crecimiento, pero sí existe similitud con la estrategia monetaria japonesa, previa al cambio de gobierno de 2012, puesto que la razón esgrimida por Draghi ha sido el miedo a la deflación.

Los modelos pronostican una depreciación del euro a corto plazo que, con el paso del tiempo, se transformará en apreciación, salvo que el propio BCE intervenga para evitarlo. El efecto inmediato de la baja del tipo de interés es el aumento de la demanda de dinero y un desequilibrio monetario, que se corrige con bajada de precios, depreciación del euro o nuevas inyecciones de liquidez. Como los precios tardan en reaccionar, el efecto inmediato esperado es la depreciación del euro, que es lo que efectivamente ocurrió tras el anuncio. El euro perdió un 1,12% de su valor frente al dólar al día siguiente y mantiene la tendencia, aunque con altibajos, desde entonces. Si el BCE renunciara a nuevas inyecciones de liquidez para satisfacer el aumento de la demanda, serían los precios los encargados de corregir el desequilibrio, aunque a la baja. Se produciría la paradoja de una medida concebida para luchar contra la deflación termine provocando más deflación. Lo razonable, por tanto, es que el BCE intensifique la inyección de dinero con la doble finalidad de evitar la espiral deflacionista (precios y consumo a la baja) y, por otro lado, defender la competitividad de la economía a medio plazo, frenando la apreciación del euro en el mercado de divisas.

Si Estados Unidos consigue repetir en el cuarto trimestre el dato de crecimiento del tercero, la perspectiva sería justamente la contraria que en Europa. Los agentes incorporarán a sus expectativas el anuncio de Bernanke de iniciar una retirada progresiva de los estímulos en cuanto la economía norteamericana comience a ofrecer señales estables de recuperación. Las consecuencias son imprevisibles porque se desconoce si la retirada provocará algún tipo de síndrome de abstinencia entre los inversores, pero lo razonable es esperar el endurecimiento inicial de las condiciones de financiación y la subida de tipos de interés. La flexibilidad de la economía permitiría pronosticar que la apreciación inicial de dólar sería, si es que llega a producirse, temporal, pero que la contracción monetaria provocada por la retirada de los estímulos terminará provocando una caída de la inflación y forzando su depreciación. El resultado final es que el dólar se mantendría en la guerra de divisas que se inició hace ya algunos años, aunque la gran novedad sería que por fin el euro se habría decidido a entrar de lleno en el conflicto.

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