BAJO el convencimiento menos convencido que darse pueda digamos que, aunque Lopera nada tenga que ver con la jugada, menudas bombas de relojería le han colocado a Paco Chaparro en lo más recóndito del vestuario. Seguro que Lopera queda al margen de todo, o lo que sea, pero hay que ver cómo le siluetean la figura al trianero con balas que no parece que sean, precisamente, de fogueo. Qué cantidad de piedrecitas están poniéndole en el camino a un hombre que lo único que pretende es lo que quiere todo bético normal y que se precie, que el Betis sea un equipo competitivo y no el hazmerreír de la Liga.

Primero fue el poco interés mostrado en su renovación, luego lo de la economía de guerra mientras la cifra de socios continúa siendo importantísima, posteriormente la inutilidad para la compraventa de futbolistas, con lo que el equipo sigue siendo un más de lo mismo por mucho Aurelio y Emaná que hayan llegado, posteriormente se le da publicidad a la lista de descartes que desea Chaparro, pero sin que se vayan muchos de esos descartes. Descartes que siguen en el vestuario para perjuicio de la convivencia, pues ya me dirá el grado de compromiso del descartado que no encontró acomodo y con los ojos que mirará al jefe, todavía, de ese vestuario.

Me imagino que Chaparro se dirá continuamente que con amigos así no hacen falta alguna los enemigos. Por si fuera poco, ahora sale el representante de un futbolista que se ha constituido en el enésimo objeto de debate entre Lopera y Chaparro poniendo a los pies de los caballos a éste. Mientras tanto ya se conoce que el Betis empieza la Liga dentro de ocho días a las siete de la tarde. El verano va declinando y antes de que empezase, mucho antes, ya se estaba especulando que si Fulano para el lateral diestro, que si Mengano para el siniestro y Zutano para la delantera. Pero la pregunta es: ¿Verdaderamente Lopera, ese prócer tan maltratado, ha querido fichar a alguien?