VALENCIA, CAI y Bilbao Básket, nada más y nada menos que la clase media-alta del baloncesto español, han caído sucesivamente en las citas contra un Club Baloncesto Sevilla al que le habían dado la extremaunción hasta quienes, se supone, deben llevarlo por el mejor camino. Viene esta reflexión a cuento de la persona de José Luis Galilea. Sin tener nada personal en contra del director general y deportivo de la entidad cajista, cabe suponer que la cara se le estará cayendo de vergüenza después de ver el rendimiento de su equipo desde que otros decidieran que ya estaba bien de aguantar a Scott Roth.

El máximo responsable de la parcela deportiva del club, por mucho que después haya intentado cargarle las culpas a todos los que lo rodeaban, se empeñó en algo que no tenía ningún sentido desde el principio de los tiempos. Porque cómo se pueden contravenir las normas de competición de la Liga en la que participas y querer ir por el carril izquierdo de la autopista desde el primer kilómetro hasta el último... Scott Roth no era un compendio de Pat Riley, Rick Pitino y Mike Krzyzewski, ni muchísimo menos, y por eso carecía del mínimo sentido que se perpetuara en el banquillo, salvo que existiera una causa que se desconozca a la hora del reparto de las ganancias. Tanto es así que el entrenador del equipo italiano que jugó contra el CB Sevilla en un torneo amistoso en Lisboa ya advertía en verano que el Obradoiro estaba mil veces mejor entrenado que el cuadro de Roth.

Pero no, Galilea, al que también cabría preguntarle por Norris, se empeñó en no dar su brazo a torcer cuando la evidencia la veía hasta el más lego en el baloncesto. Tres partidos, tres citas contra el segundo vagón del básket español, han bastado para demostrar que sólo había que ser coherente. Seguro que Casimiro no es Phil Jackson, como pedía Roth, pero es entrenador, ni más ni menos que entrenador, ¿verdad Galilea?