EL lunes pasado a primera hora de la mañana el Real Madrid no tenía estructura deportiva definida y el Betis ya estaba en Segunda División. El lunes pasado, a primera hora de la mañana, equipos como el Getafe, Atlético de Madrid, Osasuna o Espanyol no habían confirmado a sus entrenadores para la próxima campaña y el Betis ya estaba en Segunda División. El lunes pasado, a primera hora de la mañana, nadie del Betis, salvo un técnico abrumado y algunos jugadores con vergüenza, había salido a dar explicaciones a una afición que no se terminaba de creer lo que el dueño de su club había terminado por conseguir. Un vergonzoso descenso.

Hoy lunes, una semana después, prácticamente todos los equipos tienen más o menos perfilada su hoja de ruta, pero el Betis (que sí, que ha descendido a Segunda) sigue con su política de avestruz, escudándose en mil y una excusas, intentando esquivar mediante comunicados en la radio oficial lo que de verdad le ocurre, tristemente, a este glorioso club anquilosado, gracias a su máximo accionista, por una gestión primitiva y lastrado por unas infraestructuras que provocan la risa en muchos clubes de esa Segunda División a la que ya pertenece.

Pero lo peor es que aquí nadie da la cara, nadie ofrece una explicación al fracaso o una solución al problema y, por supuesto, nadie se va a su casa. Lo peor es que aquí se ha dejado a una afición huérfana y humillada sin que nadie haya tenido ni siquiera el decoro de pedir perdón públicamente sin esconderse en comunicados absurdos. Si alguien tuviera un mínimo de dignidad organizaría una gira como la que se montó con la conquista de la Copa del Rey para pedir perdón y dar explicaciones a todos los peñistas y seguidores del Betis. Pero claro ¿cómo mirar a los ojos a la gente que de verdad siente en verde y blanco? Eso es imposible para alguien a quien del Real Betis Balompié sólo le importa el dinero que pueda sacar.