la ciudad y los días

Carlos Colón

Lo que el viajero ignoraba

EN su paseo sevillano con el compañero Carlos Mármol el pontífice de la arquitectura del siglo XX, William J. R. Curtis, hizo varias observaciones que estimo atinadas sobre la Sevilla que el PSOE y Alfredo Sánchez Monteseirín -apoyándose en el PA o en IU- nos han legado.

Sobre las setas: "Son un desastre. Un horror. Las encuentro mucho peor que la primera vez que las vi, cuando me parecía que estaban absolutamente fuera de escala. Más que un horror estético, lo que resulta terrible es su vocación de fagocitar para uso privado un espacio que es sustancialmente público. Es un ejemplo de una época de arquitectura banal". Y sobre la plaza de la Encarnación: "Requería una intervención menos drástica, más inteligente y normal: bancos, árboles y elementos para que la gente pudiera utilizar el espacio colectivo".

Sobre nuestro patrimonio urbano: "Necesita una jerarquía, valoración, criterio, orden". Sobre la consideración de la Giralda como icono histórico enfrentada al icono moderno de la Torre Pelli: "La Giralda no es un icono. Decir eso es reducir un monumento a un flash, una forma de profanar un edificio". Sobre la Avenida y el Metrocentro: "No entiendo por qué en Sevilla tenéis este tranvía. Circula sobre un paseo. La calle [la Avenida] es ancha, pero el área peatonal al final se ha quedado corta, estrecha. Tranvía, bicicletas, veladores... El espacio público es mínimo. ¿Ha salido caro? [Ochenta millones de euros, le dice Carlos Mármol] No puedo creerlo. ¡Menudo negocio para el constructor!".

El problema es que Curtis ignora tres cosas. Primera: a muchísimos sevillanos las setas les parecen el no va más de la modernización de la ciudad; y la Avenida despojada de sus árboles, enlosetá de una punta a otra y recorrida por el Metrocentro les resulta encantadora [Curtis desconoce la aversión hispalense hacia los árboles y los pavimentos tradicionales, y su pasión por los deforestados desiertos de asfalto, cemento y losas]. Segunda: a muchísimos sevillanos que se tienen por progresistas les parece estupendo todo lo que haga el PSOE [Curtis, que no debe haber leído a Américo Castro, desconoce hasta qué punto la vieja España de la limpieza de sangre se ha perpetuado en la de la limpieza ideológica que la divide entre los hidalgos de izquierdas y los marranos de derechas: aquí nadie es hijo de sus obras, como quería Cervantes, sino de su adscripción partidista]. Tercera: a la mayoría de los sevillanos les importa un pimiento lo que hagan con la ciudad, se la refanfinfla el patrimonio histórico y aún más el cotidiano o el verde. Curiosidades hispalenses que un extranjero no puede sospechar.

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