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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Una victoria con incógnita

El sondeo de Commentia confirma la tendencia ascendente de Zoido aunque no despeja por completo la incógnita de la mayoría absoluta. Ahora la tiene, aunque con un 22% de ciudadanos todavía indecisos

ZOIDO, si se cumple la tendencia que a algo menos de cien días para las próximas elecciones municipales del 22-M pronostica el sondeo realizado por la empresa Commentia para este diario, se convertirá en el próximo alcalde de Sevilla. El estudio demoscópico refleja con claridad no sólo que las expectativas de voto directo en favor del cabeza de lista del PP son actualmente superiores a las de su inmediato rival (Juan Espadas), sino que el singular relato construido por el alcaldable popular en los últimos meses -en los que ha presentado su victoria como un hecho casi natural, inevitable, lógico- ha calado ante una buena parte de la ciudadanía, que da por hecho que el ciclo socialista que durante doce años ha representado Monteseirín debe dar paso a la alternativa política que representa el partido conservador.

La conclusión del sondeo es una foto fija a algo más de tres meses de la cita con las urnas. Nada más. Nada menos. No desmiente las conclusiones de otros estudios anteriores -que venían a situar a Zoido más o menos dentro del espacio de la mayoría absoluta, el único resultado real que le permitiría gobernar en Sevilla- pero deja abierta por completo una incógnita sustancial: ¿qué harán el día de las elecciones los ciudadanos que forman el 22% de votantes que, aunque tienen decidido ir a las urnas, todavía no han tomado la decisión de a quién apoyarán?

gran incertidumbre

Este factor es el único que nublaría la hipotética victoria del candidato popular. ¿Qué van a votar los indecisos? La Alcaldía depende de ellos. Si los índices de participación siguieran la tendencia histórica -con una abstención crónica que oscilaría entre el 41 y el 45% del electorado- a día de hoy el resultado sería favorable a los populares, aunque por un margen de votos estrechísimo de apenas dos puntos porcentuales. Apenas un edil de diferencia. El concejal de oro.

La bolsa de indecisos, al contrario de en otras elecciones, suma algo más del 45% del electorado. Esto es: tanto quienes no han decidido todavía su voto como los que no contestan a la pregunta de a quién van a votar son -por separado- casi el mismo porcentaje que los votantes que directamente apoyan al candidato del PP. ¿Qué se deduce de este dato? Aparentemente que existe una enorme bolsa de voto oculto cuya adscripción resulta imposible de asignar al día de hoy. Hasta el punto de ser en voto directo casi la mitad (45%) de todos los encuestados. El terreno sobre el que se apoyaría la victoria del candidato popular no es del todo sólido. Puede moverse.

Si se parte de la tesis -creíble- de que el electorado de centro-derecha ya está movilizado, mientras las huestes socialistas se encontrarían en un proceso depresivo que obedecería a la política económica de Zapatero, al impacto social del paro (el problema monotemático para la mayoría de los ciudadanos) y a otros factores económicos, un porcentaje considerable de este grupo de no alineados podría llegar al final a votar a opciones políticas distintas al PP. Esencialmente los socialistas o IU. También al PA, aunque el sondeo de Commentia sitúa a los andalucistas algo por debajo del 5% mínimo de votos que es necesario para poder entrar a formar parte de la corporación municipal.

El margen de acción de Espadas, candidato del PSOE a la Alcaldía, está justamente entre el grupo de indecisos que a estas alturas todavía no tienen claro, o no quieren explicitar en público, cuál es su apuesta política para la Alcaldía.

La abstención, como siempre se ha dicho, beneficiaría en este escenario al PP, que ante el desencanto de los votantes socialistas podría alzarse con el triunfo con la mayoría requerida. ¿Irán los indecisos a las urnas con riesgo de modificar la situación actual? Los datos del estudio de Commentia auguran que sí, aunque lo que finalmente ocurra es un misterio. La polarización que se percibe en la vida política sevillana es tal que los electores, cuando son cuestionados sobre si piensan ir a votar el 22-M, responden mayoritariamente (en un 68%) que con toda seguridad lo harán. A esta cifra habría que sumar el 6,7% de quienes todavía no han decidido si participarán. En lo que a la abstención se refiere quienes ya tienen en mente obviar la convocatoria de las municipales o no se pronuncian son relativamente escasos (3,5% de los cuestionados), lo que induce a pensar que, aunque en estos momentos dudan de la utilidad de su voto, la mayoría de la población sabe que la disputa por la Alcaldía en un asunto suficientemente crucial como para reclamar su atención.

Sevilla, por tanto, se debate entre dos grandes alternativas políticas -el PP y la coalición PSOE-IU, lo que resta credibilidad al discurso de los socialistas de tratar de gobernar en solitario- y, en consecuencia, del relato sobre la ciudad que ambos rivales han construido (con independencia de la realidad) en los últimos tiempos. Resulta llamativo que cuestiones como el caso Mercasevilla, en el que los populares están centrando casi toda su estrategia electoral en las últimas semanas, no son mencionados explícitamente por los ciudadanos como razón para votar en uno u otro sentido.

Frente a la tesis que defiende que la opinión de los ciudadanos terminará consolidándo la hipotética victoria de Zoido gracias a su labor de amplificación de los casos de supuesta corrupción, la sensación que deja el sondeo es otra: quienes tienen ya claro lo que van a hacer han decidido hace tiempo el sentido de su voto (un 46%, si sumamos la tendencia de voto de las cuatro principales fuerzas políticas). La batalla, pues, consiste en que el PP tenga éxito y disuada de ir a las urnas a los ciudadanos críticos con la gestión socialista (insistiendo en la corrupción) mientras el PSOE trata de movilizar las bolsas de voto histórico con las que tradicionalmente cuenta en los distritos más poblados de Sevilla.

Hay, sin embargo, matices que quiebran algunos lugares comunes. El primero: la imagen de Zoido. De forma espontánea sólo dicen conocerlo el 46% de los entrevistados, cifra que, cuando se menciona su nombre, sube hasta el 73%. Espadas, en cambio, es reconocido libremente por un 27% de los electores, aunque cuando se le cita expresamente su grado de popularidad es del 51%. Parece indudable que la tardanza de los socialistas en cambiar de candidato (Monteseirín por Espadas) juega claramente en su contra. Otro factor importante: el candidato del PP no genera un rechazo mayúsculo, como ha ocurrido con los candidatos de convocatorias anteriores. La valoración de Zoido (que ha construido su imagen política con la fórmula del populismo amable que ya puso en práctica el PP en Huelva) no es mala. De hecho, es el único de los alcaldables que aprueba. Hasta votantes socialistas lo puntúan con un 4,2. Espadas está medio punto por debajo en valoración global pero con un grado de conocimiento inferior.

De optimismo los sevillanos no andan generosos. La paradójica visión de los ciudadanos sobre su propia urbe (amor-odio relativo) vuelve a emerger. Un 57% está satisfecho con la vida en Sevilla, sobre todo los más jóvenes. Sin embargo, si se contrasta la evolución de la ciudad desde las pasadas municipales un 46% dice que ha empeorado, frente a un 37% que cree que es mejor. Es evidente que, a pesar de los esfuerzos del actual candidato socialista, la herencia de Monteseirín condiciona hasta el punto de que, tras doce años en la Alcaldía, su valoración no pasa de los 3,8 puntos. El PP tiene libre el camino hacia el poder municipal. Pero la derrota socialista todavía está por escribir.

La Noria

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