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la ciudad y los días

Carlos Colón

Una vida en un día

LA mañana blanca es para la ciudad en su día más feliz; para una luz tan plena que no basta el sol para crearla; para la memoria niña que hoy regresa, reflejada en el brillo de unos zapatos de charol; para el cimbreo de las palmas, las ramas de olivo en las manos, las colas ante las iglesias, las cintas moradas en las solapas, las Cruces de Malta que nos ponen niños que algún día serán altos nazarenos de San Juan de la Palma. Al llegar el mediodía toda esta blancura feliz y niña explota en las túnicas de la Borriquita, la Paz y la Cena, alumbrando el segundo de los tres días distintos -mañana, tarde y noche- que conforman el único Domingo de Ramos verdadero.

La tarde azul es para la emoción de los primeros candelabros que se cimbrean; para los mantos que se abomban en las primeras levantás entre naranjos, la delicadeza de la Virgen del Subterráneo por Doña María Coronel, la fuerza de la Hiniesta rompiendo ojiva, el brillo de San Roque por la Puerta Osario al son de la Centuria Macarena y la riada de la Estrella desbordando por Reyes Católicos. Hasta que el cielo va pasando del brillante azul Hiniesta al aterciopelado azul Estrella y cae la tarde felizmente agotada, se van retirando las familias Messala hendiendo la bulla con sus cuadrigas, las princesas de barrio parecen agotadas cenicientas y ya no hay globos locos que se escapen para jugar con los aires de la tarde.

La noche oro y negro es toda para la Amargura y el Amor, que se reservan hasta que entre la Borriquita, los vencejos vuelen bajo por el Salvador y San Juan de la Palma, el sol busque las tablas del Aljarafe y el Domingo de Ramos se haga adulto, trágico. Otro empieza ahora. Una vida entera en un día. Cuando el Desprecio de Herodes da la chicotá que le lleva del palacio de la Motilla a la Anunciación ha pasado una vida desde que vimos este mismo paso en el esplendor blanco, oro y rojo de San Juan de la Palma en mañana de Domingo de Ramos.

Viejos y cansados nosotros. Vieja y cansada la Semana Santa que ha cumplido años hacia atrás hasta resucitar noches antiguas de Domingo de Ramos de poca y buena bulla en torno a los pasos, pocas y buenas marchas de cornetas y tambores, capataces serios al frente de recias cuadrillas que andan siempre de frente. Pasa el Desprecio de Herodes por Laraña y parece que está anunciado el estreno del Sábado de Gloria en el Álvarez Quintero, que volverán a dictar lecciones Salinas y Guillén en la Universidad Literaria, que está Buena Muerte en la Anunciación y que al fondo se ven los muros del mercado. Vieja noche del Domingo de Ramos, una vida entera en un día.

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