TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

En tránsito

Eduardo Jordá

La vida sin riesgos

EL eurodiputado Ignasi Guardans se ha quejado del retraso en la evacuación de los europeos atrapados en Bombay después del ataque terrorista de hace tres semanas. Pero creo recordar que la Unión Europea envió un avión militar especial, y poco después salió otro avión fletado por el Gobierno español. ¿Quién rescató a los hindúes? ¿Y a los africanos? Nadie, por supuesto. Pero desde hace un tiempo los europeos nos estamos acostumbrando a hacer toda clase de exigencias. Quizá el eurodiputado deseaba que le enviasen un avión privado con un cocinero incluido en el séquito.

¿Hay algo que no le hayamos exigido ya al Estado en esta sociedad que está alcanzando el grado máximo de infantilismo? Hace más o menos un año, cuando se emitió el programa Tengo una pregunta para usted, nadie pareció sorprenderse de las preguntas que los ciudadanos les hacían a los políticos. "¿Qué va a pasar con las ayudas al cultivo de la remolacha?". "¿Se volverán a convocar las oposiciones a auxiliar clínico impugnadas en Toledo en 2006?". "¿Me subirán la pensión de viudedad?". "¿Cuándo terminarán las obras de la ronda litoral de Salou?". "¿Llegará el AVE a Soria?". Nadie preguntó por los grandes temas que se supone que deben interesar a una nación. Aquello parecía un consultorio sentimental o un gabinete de astrología, pero los políticos contestaban con gran alegría y desparpajo, como si ellos pudieran saber lo que iba a pasar con las ayudas a la remolacha o la ronda litoral de Salou.

Y así están las cosas. No sólo queremos vivir en un Estado de Seguridad Absoluta, sin contratiempos ni atentados -como si eso fuera posible-, sino que también queremos que nos saquen de los embrollos en los que nos hemos metido nosotros mismos. Hay gente que se ríe de las medallitas milagrosas de la Virgen de Lourdes, pero el Estado se ha convertido para casi todos nosotros en la medallita milagrosa de la Virgen de Lourdes. Le exigimos que nos haga abogados o científicos nucleares sin saber escribir apenas una frase con sujeto, verbo y predicado. Le exigimos que nos indemnice cuando nos caemos por la calle o nos quedamos atrapados en un ascensor. Le exigimos que nos considere irresponsables si nos saltamos un semáforo a cien por hora y atropellamos a un grupo de niños que iban al colegio. Y mientras exigimos todas estas cosas que consideramos nuestros derechos inalienables, dejamos que los servicios esenciales para una sociedad -una educación pública de primera calidad, una atención hospitalaria en las mejores condiciones, una Justicia rápida y escrupulosa y eficiente- vayan desmoronándose día a día o funcionen de forma lamentable. Por cierto, ¿dónde está el helicóptero que tenía que sacarme de este atasco?

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