Puigdemont: mentiras e irresponsabilidad

El nacionalismo catalán ya nos tiene acostumbrado a sus mentiras, pero Puigdemont alcanza cotas insospechadas

La intervención del presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, tras la operación de la Guardia Civil para desmontar la organización del referéndum ilegal del 1 de octubre entrará dentro de los anales históricos como lo que fue: un auténtico ejercicio de mentira e irresponsabilidad. Su discurso en unos momentos de máxima tensión, con la Guardia Civil trabajando -como era su obligación- entre el acoso de centenares de manifestantes, sólo pretendía echar más leña a un fuego del que él es el principal responsable. Si la cosa no ha ido a más se debe al sentido de la responsabilidad de la mayoría de los ciudadanos catalanes, no a la de los líderes nacionalistas.

En primer lugar, Puigdemont, se enrocó de nuevo en la convocatoria de la pantomima de plebiscito el próximo 1 de octubre, demostrando una vez más su deslealtad hacia Estado de Derecho, a las instituciones y al ordenamiento en el que se sustenta la propia Generalitat. Asimismo, en un claro ejercicio de lo que ahora se denomina postverdad -el uso de la mentira con fines políticos- aseguró que "el Govern ha sido objeto hoy de una agresión coordinada por las fuerzas policiales del Ministerio del Interior", intentando culpar al Gobierno de Rajoy de dicha operación -totalmente legítima y necesaria, por otra parte-, cuando sabía perfectamente que el responsable de dicha acción era el poder judicial, que en España -como en cualquier democracia- es independiente del Ejecutivo.

En una auténtica escalada de falsedades, el político nacionalista aseguró que el Govern actúa con la "legitimidad" que le han dado las urnas, cuando es consciente de que ningún resultado electoral habilita a ningún político a obviar los principios más básicos de la legalidad. En un tono mitinero y radical, el presidente de la Generalitat llegó a decir que nada separa a España de los regímenes "autoritarios y represivos". Mientras decía esto centenares de personas se manifestaban en las calles sin que nadie se lo impidiesen; en las radios y las ediciones digitales de los periódicos de toda España se vertían todo tipo de opiniones -favorables y contrarias al referéndum ilegal-; y el propio Puigdemont daba su discurso sin que nadie se lo impidiese. El nacionalismo catalán ya hace mucho tiempo que usa la mentira como principal argumento, pero Puigdemont superó ayer cotas difícilmente imaginables. El que ha liderado un auténtico golpe de estado contra la democracia española, ha incumplido el Estatut en el que se basa el autogobierno catalán y ha mancillado el Parlament y despreciado a sus miembros, se atreve a dar lecciones de democracia. Un episodio más de este gran dislate que es el procés.

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