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El acuerdo sobre el superávit, una buena noticia

Montoro y los municipios han pactado la reinversión del superávit acumulado. Un ejemplo que debería cundir

Aunque algunos han intentado leer el acuerdo sobre el superávit entre el Ministerio de Hacienda y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) en clave de vencedores y vencidos, lo cierto es que, sobre todo, hay que verlo como un buen y positivo ejemplo de lo que se puede hacer en política cuando los distintos niveles del Estado -Administración central, autonomías y municipios- colaboran lealmente, independientemente del partido que las gobierne, buscando por encima de todo la mejor marcha del país y el consiguiente beneficio de los ciudadanos. En resumen, el pacto alcanzado tras la reunión del ministro Cristóbal Montoro y el presidente de la FEMP, el socialista Abel Caballero, autoriza a los ayuntamientos españoles a usar el superávit acumulado por éstos durante 2017, el presente año y 2019, algo que hasta la fecha prohibía la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, conocida como Ley Montoro. Si en los momentos más duros de la crisis se apretaron las tuercas para controlar un gasto público de las administraciones, un gasto que, ciertamente, estaba desmadrado en muchos casos, ahora es lógico que, cuando se detecta ya una clara recuperación económica a todos los niveles, el Gobierno central dé una mayor autonomía de gasto y permita a los ayuntamientos reinvertir un superávit que, además, servirá para contribuir aún más en la buena marcha de la economía española.

Para poder autorizar estas inversiones, el Gobierno, tendrá que preparar un decreto ley, ya que la vía más lógica, la de los Presupuestos Generales del Estado, está actualmente taponada debido a la falta de acuerdo para su aprobación. En este sentido, habría que hacer un llamamiento a sus señorías de uno y otro signo para que tomen nota del buen hacer de alcaldes y presidentes de diputaciones e intenten llegar a un acuerdo que permita sacar adelante unos PGE vitales para seguir en la buena senda económica. Una vez más, diremos que España no puede estar al albur de los nacionalistas vascos -responsables de la parálisis tras pactar con el Ejecutivo su aprobación- para sacar adelante las cuentas del Estado. Todos los partidos nacionales deben hacer algo para evitarlo.

En un país como España, en el que la cultura del pacto político brilla por su ausencia, hay que aplaudir el pacto alcanzado por el Gobierno y la FEMP. Ahora sólo queda hacerlo extensible a muchos otros ámbitos.

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